Con júbilo, fe y esperanza en un tiempo mejor, los peruanos recibimos un nuevo año.
Vamos a vivir el primer cuarto de siglo, los mediados de los años veinte que en el siglo pasado estuvieron marcados por una gran crisis que cambió el mundo.
Hoy los países en donde se vive sin libertad y en miseria como Cuba y Venezuela "celebran" sabe Dios qué; mientras Argentina renace y Alemania y USA se preparan para un golpe de timón.
Nuestro país sobrevive a pesar de sus gobernantes incapaces y una sociedad sumida en la corrupción y amenazada por una inseguridad terrible
A pesar de ello, nos hemos deseado "un feliz año" con el casero del mercado y el dueño de la tienda del barrio, el cambista o nuestros vecinos. Es la esperanza que nace de confiar en nuestras potencialidades tantas veces puestas a prueba como aquel 8 de agosto de 1990 o en los años 80's en los que la subversión terrorista quiso destruir nuestra Patria.
Creamos en nosotros mismos y pongamos nuestra parte para transformar un país que es una permanente promesa, en aquella que soñaron nuestros próceres, precursores y mártires.
Derrotemos el pesimismo, a aquellos que creen que todo está perdido y a aquellos aventureros que nos hablan de "luchar contra la corrupción" y van del brazo de Caballos de Troya de la corrupción. No creamos en esos cómicos que hoy hablan serios y menos en esos asesinos que pretenden "vendernos sebo de culebra".
Este año que inicia trae grandes retos, interrogantes, preocupaciones y peligros. Transformemos las potencialidades en resultados concretos y sigamos apostando por los Valores, base de una Sociedad Creyente.
Feliz 2025!
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