Hay un dicho que es vigente sea cual sea el escenario. "Siembra vientos y cosecharás tempestades".
No podemos hacer el mal y esperar recibir parabienes como tampoco, a mediano o largo plazo, tarde o temprano, el bien que hagamos traerá buenas consecuencias.
Sin embargo hay ocasiones que gente buena y que actúa bien recibe males. Algunos dirán blasfemado, "dónde está tu Dios justo'. Muy simple, Dios nos pone a prueba y aunque no veamos bienes o gracias, terminaremos ganando el Paraíso, algo que finalmente será eterno.
No obstante, hay aquellos que dudan que obrar bien siempre dará buenos frutos. Viene el caso ello cuando recuerdo que siendo becario de un importante banco alemán reporté un saldo importante de dinero producto de unos ahorros consecuencia de haber gastado menos en alojamiento y otros, lo que era parte de la beca dada.
Nadie lo había hecho antes y como tal no tenía un procedimiento para procesar esa devolución. Ese saldo -con autorización de los encargados del banco- finalmente quedó en mis arcas y los utilicé para hacer algunas compras y viajar.
Sin embargo actuar bien posibilitó que cuando solicité una ampliación de mi estadia en Alemania para visitar Berlín, ello fue posible, creo, como consecuencia de haber sido honesto.
Así como ocurrió ello hace 35 años, hará hace poco me contactó una persona para que me hiciera cargo de unos asuntos vinculados a su estadía en Perú. Hasta ahí todo era producto de una feliz casualidad pero luego me enteré que él se había contactado por recomendación de alguien que había sido mi cliente hace unos 20 años. Por cierto esa persona fue un cliente satisfecho que en su momento fue atendido con eficiencia y calidad.
Hoy cosecho lo que sembré bien. No me queda duda.
Todo ello escribo para que los jóvenes que me leen entiendan que actuar bien si reditúa; que el camino más seguro es el camino del bien y que el mal nunca paga bien, aunque pareciera que en algún momento así fuera
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