miércoles, 27 de noviembre de 2024

DISCIPLINA

 


A diario vemos aparecer nuevos programas en canales digitales en los que ex jugadores de fútbol comparten sabrosas y graciosas anécdotas pero que, en muchas, se destaca la indisciplina y la falta de compromiso profesional. 

Es una lástima que los involucrados en dichos episodios no sean quienes puedan exhibir logros importantes. Eso debería ser la conclusión y el ejemplo de lo que no debe ser.

Al respecto se me viene a la memoria cómo terminaron grandes jugadores del pasado y también del presente como Garrincha, Valeriano López (que fumaba tabaco en billetes de cien dólares) y El Emperador Adriano. Desgraciádamente lo que hicieron con los pies (y también la cabeza) no fue secundado por una vida ordenada, propia de un deportista.

Eso es lo que debería destacarse e inculcarle a los miles de niños cuyos padres pretenden que sean futbolistas de élite para escapar de la pobreza y de las estrecheces económicas.

Hay quienes no logran serlo pero sí han cumplido sus sueños (en parte) de hacer del fútbol una actividad remunerada; como por ejemplo Ronald Banana Ruiz, quién a lo largo de más de 20 años, pese a los momentos que le tocó vivir, ha sabido mantenerse y jugar no solo en Primera, sino en Copa Perú y en la Liga2. Lo conocí en el 2003 cuando siendo aún menor de edad jugó en el León Porteño, equipo de mi finado amigo Eduardo Ramírez que participó en la liga del Callao.

Callado, puntual, trabajador y responsable;  siempre llamó mi atención y no dudé en pensar que pese a no destacar sobremanera, podía llegar a jugar en Primera, como finalmente sucedió.

Muchos sueñan con ser cracks, pocos trabajan para serlo y de ellos una mínima parte logran su objetivo. Aprendamos de los verdaderamente profesionales, de aquellos que entienden que serlo no implica solo cobrar sino sobre todo realizan todo tipo de sacrificios para lograr hacer realidad sus sueños.


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