En la Divina Comedia, Dante Alighieri reserva el último círculo del infierno para las almas que cometieron el peor de los pecados, la traición.
A lo largo de la historia recordamos muchos abyectos casos como el asesinato de Caín a su hermano Abel, la traición de Judas a Jesús, el complot contra Julio César, la cobardía del Coronel Belaúnde días antes de la Epopeya de Arica, la rendición de Petain y de aquellos que por un trozo de chocolate o unos mendrugos vendieron sus almas y sus cuerpo en el París Ocupado en 1940.
El traidor no tiene justificación alguna. Si apela a que tuvo que salvar su vida, miles la dieron luchando; otros dirán que necesitaban las monedas de la traición, mientras muchos sufrieron estoicamente hambre, torturas y la muerte.
Dante clasifica a los traidores en cuatro grupos, uno de ellos lo llama la Caína (los que traicionan a la familia). ¿Estarán dentro de este grupo aquellos que minutos antes del final, este último sábado daban todo por perdido y pedían que cayera de una vez el infierno sobre "los responsables del desastre crema"? Realmente una vergüenza que un dizque "creador de contenidos" se preste para ello y luego sin rubor alguno grite el gol del empate.
¿Cual desastre? ¿Responsables del Bicampeonato en el fútbol peruano? Igual criticaban el 2023 y el 2024 y terminaron "aplaudiendo".
Ya no nos sorprende nada. Desgraciadamente las redes sociales se han convertido en un vertedero de odio, mentiras y traiciones, en las cuales no importan las lealtades sino conveniencias personales de algunos que insultan y agreden a los dirigentes, miembros del cuerpo técnico y jugadores del propio club (dizque) de "sus amores"; buscando "crear tendencia" y siguiendo sabe Dios qué designios y razones.
Se dice con mucha razón que en la vida la gente se divorcia, cambia políticamente y de fe, pero nunca de amor por un club de fútbol. Sin embargo el último sábado fuimos testigos que esto último también se da, quizás no "quitándose la camiseta" pero sí en la forma cómo este "creador de contenidos" prefería la derrota, para que sus amistades se favorezcan.
Qué vergüenza!
¿Quién podía pedir que la 🅤 pierda?
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