Aquellos días fueron intensos; llenos de odios, traiciones y cobardías. De ello quiero resaltar la figura del Doctor Pablo Macera, quien debió ser el Presidente Provisional del Perú. El Perú hubiera sido otro y la persecución a mucha gente honorable no se hubiera dado. Decisiones que no se tomaron que pudieron marcar de otra manera una coyuntura que esperamos no se vuelva a repetir.
A un mes de su partida terrenal, reproducimos este artículo escrito ya hace años
La vida política del Doctor Pablo Macera no empezó en el año 1999 cuando aceptó integrar la lista de candidatos para el Congreso del movimiento Perú 2000 que promovía la candidatura del entonces presidente Alberto Fujimori. Pablo Macera desde muchos años atrás era considerado “un oráculo”. Cada fin de año, todos lo buscaban para saber qué pasaría en el siguiente año. Macera también era considerado por la izquierda marxista como uno de los suyos, sin embargo nunca le confirió siquiera la posibilidad de representarla en una elección municipal, como bien él lo dijo cuándo representantes de la izquierda le reclamaron por su participación con el fujimorismo.
Sin embargo la mezquindad de la izquierda no tuvo eco en quienes conocían a Macera. Su vida era sencilla, muy ajena al lujo y a las reuniones protocolares. Su perfil bajo estaba en relación inversa con lo que aportó a la cultura e investigación. Decenas de jóvenes investigadores publicaron apoyados por Macera. El Seminario de Historia Rural Andina –de la Universidad de San Marcos- se convirtió en la escuela donde se investigó diversas etapas de la vida del Perú. Desgraciadamente, la calidad de esos investigadores no tuvo un correlato con la lealtad hacia Macera.
Pocos saben el enorme aporte de Macera a la revaloración de la cultura ashaninka y shipiba así como al trabajo del retablista Jesús Urbano. Nada de esto se ha dicho o quizás muy poco. Mucha mezquindad de quienes se consideran los depositarios de lo que debe ser.
Pablo Macera desde hacía años atrás había aportado con sus consejos a diversas instancias del Estado por lo que no me fue extraño que en algún momento fuera convocado para algo más significativo como fue el pedido del Presidente Fujimori para que sea uno de los soportes de la nueva etapa que tocaría vivir al fujimorismo a partir de las elecciones del año 2000. Macera fue electo como congresista para el periodo 2000-2005 y como tal presidió la Comisión de Ciencia y Tecnología.
Quizás nadie sepa cuán pulcro ha sido Macera en su vida. Un ejemplo lo pinta de cuerpo entero. Macera antes de haber sido electo estuvo haciendo un trabajo para una fundación, por cuyo trabajo debía haber cobrado aun el 50% del monto pero en un extremo, renunció a dicho cobro a pesar que no tenía ningún impedimento pues su mandato empezó luego de su compromiso contractual. Macera cumplió con entregar el trabajo pero se negó a cobrar lo que le correspondía.
Su mayor aporte, que ha sido olvidado exprofesamente, fue ser el primero que viera la necesidad de reformar el Sistema Privado de Pensiones, propuesta que estuvo a punto de ser aprobada por el Pleno del Congreso pero que luego de intensas presiones de sectores vinculados a las AFPs, fuera llevada a la Comisión de Economía. Macera dijo al respecto; “….ya no hay nada que hacer, ir a una comisión es parar todo para que nada cambie...”.
Quienes vivimos esos días de cerca, podemos dar fe de que Macera intento dar pelea desde adentro para que hubiera cambios en el tercer periodo de gobierno del Presidente Fujimori. Lastimosamente, la crisis política se produjo en medio de traiciones y cobardías. Incluso los mismos que le debían tanto a Macera, se corrieron de él por temor a involucrarse en la caída.
El día 16 de setiembre en medio de denuncias de corrupción el Presidente Fujimori anunció la convocatoria a Elecciones Generales (Presidente y Congreso), lo que obligó al Congreso a aprobar el acortamiento de su mandato.
Los días que siguieron fueron de inestabilidad y amenazas de golpe militar por una facción del Ejército cercana al asesor de inteligencia Vladimiro Montesinos, quien se fugó aprovechando una asonada de dos militares, uno de los cuales luego sería Presidente. Ambos serían luego amnistiados con el voto de Macera.
El 13 de noviembre, el Presidente Fujimori viajó a Brunei para asistir a la Asamblea de la APEC. Esa noche luego de un primer intento fallido -con el apoyo de congresistas que habían renunciado a la bancada fujimorista- Martha Hildebrandt fue destituida de la Presidencia del Congreso; produciéndose un vacío de poder.
Durante tres días varios líderes de la entonces oposición –como Jorge del Castillo, Fernando Olivera y Luis Guerrero- sostuvieron intensas conversaciones con Pablo Macera pues desde un inicio se pensó que él podía llevar la transición como Presidente del Congreso, debido a su liderazgo, basado en su sapiencia y respeto que le guardaban todas las bancadas políticas.
La agenda sin embargo pasaba por declarar la vacancia del Presidente Fujimori. Macera con el apoyo de pocos de los congresistas que aún eran leales al fujimorismo y en la disyuntiva de tener que ceder a los condicionamientos de la oposición y suceder a su amiga de muchos años; eligió no aceptar la propuesta de ser elegido Presidente del Congreso. Una muestra más de la lealtad de Macera, a pesar que la propia Hildebrandt desmereció públicamente a Macera diciendo que..”…no tenía experiencia alguna pues no había dirigido siquiera un departamento académico…”. Años más tarde la propia ex presidenta del Congreso tomaría distancias del fujimorismo a pesar de haber ocupado en dos periodos legislativos la Presidencia del Congreso. Sus silencios y sus palabras le salvaron de ser perseguida como lo fueron muchos fujimoristas por el simple hecho de serlo.
Ante la necesidad de cubrir el cargo, los líderes opositores buscaron entre quiénes no podían darles sombra. El día 16 de noviembre fue elegido Valentín Paniagua, el tercero menos votado en las elecciones del año 2000.
Tres días después, el Presidente Fujimori aterrizó en Japón y desde ahí instruyó a su edecán para que trajera a Lima su carta de renuncia, la misma que fue presentada en la mesa de partes de la Presidencia del Congreso. Fujimori envió una copia al entonces Primer Ministro Salas, quien –al parecer- sería el que filtró la misiva en una ruin actitud con el fin de salvar “el pellejo” (Salas nunca fue comprendido en ningún juicio importante ni menos fue sentenciado por nada).
La maquinaria contra Fujimori aprovechó esta renuncia para declarar su vacancia por “incapacidad moral” el 21 de noviembre y el 22 de ese mes, Paniagua fue nombrado Presidente Provisional, luego de que el segundo vicepresidente Márquez renunciara como lo había hecho anteriormente el primer vicepresidente Francisco Tudela. El mandato de Paniagua duró hasta el 28 de julio del 2001.
Ahora que muchos “interesados” en el Sistema Privado de Pensiones –SPP- intentan enarbolar las banderas de la reforma del sistema, es pertinente recordar que Paniagua firmó una Carta de Intención con el FMI en donde se comprometía entre otras cosas a no modificar el SPP. Sospechosa decisión que se dio en medio de aparentes debates sobre el tema que se llevaban a cabo en diferentes Comisiones del Congreso.
Durante el “paniaguato”, el caviaraje tomó la batuta del gobierno y se valió de las comisiones congresales para perseguir a los fujimoristas, so pretexto de investigar y castigar a los “corruptos”.
La izquierda de todos los pelajes se infiltró en el Estado usufructuando del presupuesto estatal y desde ahí organizó la liberación de cientos de terroristas que cumplían carcelería. Otra vez los recursos públicos estaban al alcance de la partidocracia que había estado fuera del Estado por más de diez años.
Con miras a las elecciones del 2001, Macera fue convocado por una facción de fujimorismo para integrar una lista parlamentaria y acompañar al economista Carlos Boloña en la fórmula presidencial del movimiento Solución Popular. Su participación fue mínima pues se negó a asistir a muchas entrevistas en los medios, a pesar que fue muy requerido. Macera no obtuvo los votos para ser reelecto, ocupando el tercer lugar en la lista que integraba, de la cual solo fue elegido un congresista.
Pablo Macera completó su mandato manteniendo una sencillez poco vista en un político (por ejemplo siempre se negó a los honores al entrar por la puerta principal). Al final del periodo, su hartazgo era evidente. La política había perdido a un hombre honesto pero la cultura había recobrado a uno de sus máximos exponentes del siglo XX.
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