Cuando algo o alguien pierde su esencia deja de ser lo que debería ser y se convierte en cualquier otra cosa o persona.
El fútbol es "pasión de multitudes", para unos pocos es "una droga social", sin embargo hoy en día es ante todo un gran "business" de una de las mayores corporaciones del mundo, la FIFA.
No me opongo a que lo sea pero sí a que persiguiendo mayores utilidades se deje de lado el cuidado del principal de sus actores, el futbolista y ante todo, al ser humano.
Ayer fuimos testigos de cómo, cuando "coeteribus paribus" un equipo no puede ganar a otro, recurren no solo al árbitro o al VAR sino a las pequeñas grandes ventajas como hacerte viajar más de 14 horas luego de jugar un importante partido y hacerte jugar 2 días después en un lugar donde tu reloj biológico está desfasado con la hora local. Esto es lo qué pasó con Botafogo y en menor medida con Vélez, al que le apretaron el fixture para llegar "molido" a la final de la Copa Argentina.
Claro, aquí no importaba que gane el mejor sino que ganara un equipo para que "justificara" su participación en un fantoche como el llamado "mundial de clubes" en junio-julio 2025 o que ganara "un equipo de la provincia" y sacar pecho por un "torneo inclusivo".
Hoy en día jóvenes aún sin cumplir mayoría de edad ganan cifras exorbitantes y claro, las correas salen del cuero llamado patrocinadores, transmisiones televisivas y otras, que son finamente los que deciden a qué hora o lugar donde se debe jugar un partido. No importa si sea en el calor extremo del verano estadounidense, en países sin tradición futbolística o sinsentidos como que el mundial del 2030 se juegue en seis países. ¿Por que mejor no llevarlos también a Corea del Norte y Samoa?
No importa ya el Fair play, con el VAR o sin él se siguen convalidando crasos errores y el fútbol se pronto se convierte en promotor de agendas que nada tienen que ver con los principios de la deportividad. ¿Qué podemos esperar más allá de una banda o eslogan? Nada nos puede ya sorprender.
Y en nuestro país las cosas siguen mal o peor. Canchas que parecen potreros, fixtures y bases de torneos mal copiados, resultados sospechosos e ilegítimos y la destrucción de la fiesta del Perú Profundo, la Copa Perú.
Entre tanto, tenemos a dirigentes atornillados en los cargos, clubes que solo tienen el nombre para ser considerados como tal y vendedores de humo, que junto a "coleguitas" adictos al dulce lo único que hacen es convalidar un estado de cosas que va para peor.
El Fútbol en su peor momento!
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