Ayer recordábamos cómo muchos venezolanos sufrían la consecuencias de apoyar a la dictadura chavista.
Los pueblos se equivocan y con resultados desastrosos. El Perú no es la excepción.
El desastroso "gobierno de lujo" del ppkausismo tenía en sus entrañas a un felón que no demoró en traicionar a PPK y tras un exitoso complot con una clase política estúpida se hizo del poder.
Primero preparó un escenario "obstruccionista", hizo fintas de cuestiones de confianza, hincó con una inservible reforma política y judicial y planteó un referendum plebiscitario.
Primó la cobardía e incapacidad para enfrentar la agenda chavista y por tanto no hubo un antídoto para "el vayánse todos". Lo que siguió fueron más amagos, la pretensión de imponer un TC a su medida (que lo logró), un manejo omnímodo de la justicia y la prensa; lo que finalmente se tradujo en el ilegal cierre del Congreso a lo cual los congresistas - en su gran mayoría- respondieron ya no dando pena sino recibiendo la bronca del pueblo.
Nada de lo hecho por el que llegó a Palacio de forma accesitaria ha contribuído a mejorar la calidad de vida del peruano. Demás está decir lo desastroso que resultaron estos casi 9 años (incluído el periodo de la usrpadora).
Tras la decisión oprobiosa de 4 tribunos constitucionales con mandato vencido, se viene las elecciones para elegir al "nuevo Congreso" que será blanco de un nuevo plan de desprestigio lo que finalmente traerá consigo el ilegal intento de perpetuarse en el poder con el apoyo de rojos, caviares y felpudos, al estilo castrista, chavista o del narco líder Morales.
El final pareciera cantado. En nuestros votos del 26 de enero está la posibilidad de dar una de las últimas batallas por la libertad. Si no es así, la noche de la dictadura durará muchos años.
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