Hay millones de canciones. Cada una refleja un estado de ánimo del compositor y tamién del intérprete quien le pone su impronta al cantarla.
Hay canciones que nos llenan de vitalidad y de sentimientos diversos, entre los cuales destacan el amor y el desamor, unas de las temáticas presentes en el llamado género romántico. No importa si son en castellano o en inglés u otra idioma. Las melodías nos abren el corazón y lo llenan de alegría, tristeza o desesperanza.
Carelees Whispers de Wam, Hello de Lionel Richie, Owner of a lonely Heart de Yes, I am not so good de Amy Winehouse, Shape of my Heart de Sting, Dust in the wind de Kansas, How deep is your love de Bee Gees, o I want to know what love is de Foreigner, por citar algunas en inglés o las de Julio Iglesias, Raphael, Matt Monro, José José, Django, Camilo Sesto, Domenico Mofugno, La Oreja de Van Gogh, los Angeles Negros, Los Doltons. Los Iracundos, Franco de Vita, Maá, Marco Antonio Solis y tantisimos más.
Pareciera que algunas canciones han sido compuestas pensando en nosotros. Al escucharlas, nos recuerda nuestro pasado lejano o casi presente y nos muestran nuestro camino recorrido o aquel que finalmente no caminamos.
Hace años dependiámos de los diskjockeys para escucharlas de nuevo en nuestras radios y programas favoritos como La Hora del Lonchecito del gran Koky Salgado en La Inolvidable. Sin embargo hoy el YouTube y otras como el Spotify o Jango nos dan la oportunidad de recordar (o sea volver a vivir).
¿ No es cierto MK?
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