Primero fue Eiji y luego Tomi quienes se asentaron en Imperial, Cañete y formaron una familia como solía hacerse en aquellos años. De ese amor nacieron nueve hijos.
Afrontaron muchas cosas entre ellas la intolerancia de algunos en plena Segunda Guerra. Ello trajo dolor pero nunca dejaron de querer a su nueva Patria.
Una de sus hijas, por quien guardo un gran y especial aprecio y respeto, me contó la historia de sus padres, llena de esfuerzo y entrega. No los conocí pero es como si lo hubiera hecho. Es más, quizás pude hacerlo y las impresiones hubieran sido de primera mano. Sin embargo éste es un testimonio de los valores de una cultura que aportó mucho a nuestra Nación.
Respeto, integridad, laboriosidad, amor por la tierra que los acogió, la misma que la trabajaron con dedicación y lograron dar grandes frutos.
Algo conozco de la cultura japonesa por mi paso por el Karate no mucho sin embargo, y por grandes amistades así como por este testimonio. Parte de ella es su idioma, lleno de simbolismos y formas de expresión que reflejan la esencia de este noble pueblo.
Habiendo asumido el principe Naruhito al trono de Emperador del Japón le deseamos los mejores parabienes a los descendientes que siendo peruanos son parte del legado de entrepidos japoneses que un día eligieron el Perú como su segunda Patria, siendo este homenaje en particular a Tomi y Eiji, a quienes iré a rendirle mis respetos en su última morada terrena, algo que debí hacerlo en vida.
La Historia Verdadera la escriben los grandes hombres, muchos de ellos poco conocidos. Es pues nuestro deber hacerlos conocer y relievar sus vidas ejemplares.
Vida eterna para Tomi y Eiji.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario