La temprana muerte del congresista Hernando Guerra García nos hace recordar lo efímero que resulta nuestro paso por este mundo.
San Juan Bosco siempre nos hacía recordar que "debíamos vivir como si fuera el último día de nuestra existencia". Lo que debamos hacer de bueno o las disculpas que están pendientes, hagámoslo ahora, hoy mismo.
Guerra García murió porque no tuvo la atención oportuna de un sistema de salud público incapaz de curar a los más necesitados. Esto no es de ahora pero sí es una problemática que se ha profundizado con la corrupción e incapacidad producto de 12 años de gobiernos caviares y comunistas, cuyas "principales figuras" hoy tienen el desparpajo de hablar de ello. ¿Qué han hecho, aparte de succionar del presupuesto público? Nada.
En medio de esta trágica noticia, el ministro de Salud pretende hacernos creer que investigará qué ocurrió para que millones se pierdan a raíz de vacunas malogradas. Ni qué decir de las carencias inaceptables, como consecuencia de millonarias raterías.
Sin embargo, no solo la salud está quebrada sino la moral de algunos que no han dudado de mofarse y no respetar el luto de quienes lamentan la muerte de Guerra García. Es el emputecimiento de la conciencia de aquellos que replican insultos e irrespetos. Cuánto odio sembrado por quienes son "dignos herederos" del terrorismo asesino. No están exentos de lo dicho quienes repiten críticas poco felices y fuera de lugar.
Dios en su infinita misericordia perdone los errores y pecados de Nano. No siempre compartimos sus opiniones pero resaltamos que fue leal con quienes le dieron la oportunidad de llegar al Congreso (Fuerza Popular) a contrapie de quienes "lo anunciaban" como un "Salaverry 2".
Son los designios de Dios. Hoy la vida le ha dado la oportunidad a Fernando Rospigliosi, electo congresista, quien asume esta representación en calidad de accesitario.
Descansa en paz Nano y éxitos Fernando.
Lindos sentimientos. Buen artículo.
ResponderBorrarCrucemos los dedos.
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