Leía la opinión de Alberto, un buen amigo, y no solo concuerdo con lo dicho sino en "la forma". Ser frontal muchas veces no es visto "bien". Serlo conlleva a que nos digan que "somos conflictivos" pero ello no es verdad. Se dice que "el infierno está empedrado" de tibios, de gente que calló ante el mal y con su silencio cómplice permitió que viviéramos épocas de horror como el terrorismo de los años 80s y 90s o los fatídicos 17 meses del ladrón comunista Castillo.
En ese entonces sacerdotes como Castillo, Barreto y Cabrejos no solo callaron sino avalaron las raterías del golpista y hoy, esos mismos salen dizque a defender el "orden constitucional". Ante ello los católicos no podemos dejar de alzar nuestra voz y rechazar la actuación de los mencionados pero sin dejar de señalar que hay que "separar la paja del trigo" y no hacer que nuestra crítica afecte a nuestra Iglesia y menos generalizar la actuación de unos pocos; lo que sin duda termina haciéndole un favor a los enemigos del Catolicismo.
Reclamamos a la Jeraquía peruana una actitud firme contra agendas de muerte y de aberraciones. La labor pastoral debe guiar espirituamente al pueblo católica sin dejar de tomar posición respecto a temas de "este mundo", ni hacer suyas las banderas del comunismo genocida, menos las de la perversa "teología de la liberación", de cuyas canteras surgieron gente que abrazó la ideología asesina que bañó con sangre al Perú y sirvió de "base" para justificar que "su lucha" era avalada por este mensaje.
Las cosas hay que decirlas sin ambages, aunque que con ello nos ganemos enemigos gratuitos. Hablemos con la verdad y en voz alta; con respeto al que piensa diferente pero sin transigir o arriar nuestras banderas ni creencias.
Señores Castillo, Barreto y Cabrejos, ustedes no representan el sentir del pueblo peruano que cree en la Democracia. Den un paso al costado. Dejen de seguir dañando a la Iglesia Católica.
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