sábado, 9 de agosto de 2025

¿QUÉ NOS SORPRENDE?

 


Hará algunos años atrás se le reprochaba a alguien su nula lealtad. Para esta persona le era igual apoyar a tal o cual con tal de mantener prebendas o puestos de trabajo en el Estado. Sin embargo su justificación era tan banal como sus actitudes. "Yo soy gobiernista, qué culpa tengo que los gobiernos cambien", decía sin mover un músculo de la cara.

Gente como este personaje siempre tendrá una respuesta para justificar su traición, su falta de amor propio, su completa escasez de Valores.

Con esta justificación "¿tú no harías lo mismo?", me enfrentó alguien en redes sociales cuando critiqué la actitud de un entrenador de fútbol de irse sin más ni más ante una mejor propuesta de sueldo. Mi respuesta fue, es y será siempre la misma ante sujetos como aquel que creen que todo se justifica con el dinero.

Nada justifica la traición o la falta de palabra. Con el pretexto de "ganar más" algunos delinquen o sino que lo digan algunos altos funcionarios de varios gobiernos de turno que "trabajaron" para la corrupta Odebrecht y con ello contribuyeron al más grande saqueo de las arcas fiscales del Perú.

Por dinero algunos abandonan sus familias, traicionan a sus hermanos a la hora de repartir una herencia y olvidan a sus padres. 

A ello súmenle supuestas pequeñeces que "por dinero" se cometen como el farmacéutico que vende medicinas caducas y con ello matan a enfermos o el dueño de restaurante que no tiene empacho de usar carnes que no están altas para consumo humano pues "no quieren perder".

Es cierto que todos tenemos el derecho de pretender un mejor sueldo, un mejor puesto de trabajo; pero lo que no tenemos "derecho' es a dejar de la noche allá mañana un trabajo, sin avisar con el debido tiempo para que busquen nuestro reemplazo o sin importar que nos comprometimos estar un tiempo determinado para terminar un trabajo encargado.

Hoy en el mundo del fútbol ya no podemos esperar mucho. Hoy un jugador besa la camiseta de un club y en esa misma tarde anuncia que se irá a jugar por el club rival. Algunos dirán que "son profesionales"; cierto pero sin una pizca de ética. Es más, muchos son profesionales porque cobran por jugar pero no porque lleven una vida personal acorde con la de un deportista profesional. Algunos, al igual que el felón que se justifica, dicen que nadie debe meterse "con su vida personal", como si sus borracheras y excesos no afectaran las espectativas de quienes van al estadio pagando su entrada a ver rendimientos adecuados.

Es lamentable que hoy ya no se valore la entrega, la disciplina y la lealtad. Los hogares y las escuelas ya no fomentan valores sino inculcan solo que hay que "tener dinero", porque eso es ser "exitoso en la vida".

Si seguimos así, qué nos sorprende que haya rateros en vez de ministros eficientes y encima lo más costeante es que aquellos que critican "la corrupción" es gente sin ética, sin valores.



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