Cuando en los años 80's se empezó a visibilizar al sector informal de la economía peruana, se hizo con una visión naif, creyendo como si fuera un fenómeno positivo y que con su fuerza era la locomotora que arrastraba una economía aún estatista.
Quizás lo que no se entendió en aquel momento fue que la informalidad también tenía costos, tan altos que pronto iba a ser una maldición y no una verdadera solución.
La informalidad socavó las bases de nuestra Sociedad al punto que influye hoy en todos los aspectos de ella y amenaza con destruirla.
Nada puede avanzar sin orden, sin leyes, sin normas. Qué mejor ejemplo de ello es el tránsito en la avenida Javier Prado, una importante arteria que cruza Lima de oeste a este, siendo la prolongación de la avenida La Marina, que conecta con el puerto del Callao.
Algunos pretenden que solo nueva infraestructura vial sea la solución para su enrevesado tráfico, en gran parte del día. Sin embargo ello no es así.
Por ella circulan en forma ordenada y civilizada los buses del "corredor rojo" en corredores viales, en teoría "exclusivos" pero que son invadidos por decenas de colectivos "piratas" que no respetan señales de tránsito, máximos de velocidad y menos semáforos.
El gran problema es que la Policía no puede y no quiere hacer nada ante "garantías" otorgadas por un sistema de "justicia" y la Autoridad de Transporte Urbano de Lima que no hace nada para combatir supuestos "derechos" que van en detrimento de la gran mayoría de ciudadanos.
Los informales (léase ilegales) del volante argumentan que tienen "derecho a trabajar" pero olvidan los enormes costos que implica un tráfico lento (todos tienen que consumir más gasolina y demorarse hasta más del 50% de tiempo). Así mismo los riesgos que tienen que asumir desde peatones hasta conductores por el manejo temerario de la casi totalidad de colectiveros.
Ni qué decir de los sueldos que se tiene que pagar a personas para que controlen el ingreso a la vía exclusiva, metros antes de los paraderos, a fin que no sean invadidas por los informales. Frente a ello, muchos colectiveros dejan y recogen pasajeros en medio de la pista, poniendo en riesgo sus vidas.
No olvidemos también que para combatir a la informalidad hay que ofrecer algo mejor a la demanda (que en su mayoría son "apurados que salen tarde" y no puede no quieren o no pueden pagar un taxi). Es pertinente decir que a ciertas horas los buses del corredor están muy llenos pero la única salida para que los concesionarios amplíen la oferta vía mas buses es tener una demanda que justifique económicamente su inversión y esto pasa por eliminar los colectivos piratas.
Es necesario entender que todo tiene una implicancia y razones económicas pero también tiene que haber decisión para poner orden y que los usuarios dejen de usar los colectivos piratas como una primera forma de combatir esta oferta desleal y peligrosa.
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