En el deporte como en la vida, hay que saber ganar con hidalguía y perder con honor; algo que algunos no entienden y peor aún hacen lo contrario. Cuando ganamos hay que saber respetar al vencido, pero el derrotado debe ganarse el respeto con actitudes.
A lo largo de estos años algunos han querido esconder sus derrotas y vergüenzas con mentiras y narrativas; algo vil y que hace difícil respetarlos.
No se reconoce 90 años después que los títulos y los descensos se ganan y suceden en el campo de juego. Esta claro que hay ocasiones que es lícito reclamar cuando nuestros derechos son conculcados y ello afecta nuestros intereses; pero hacerlo apelando a triquiñuelas es bajo.
Todo esto a la larga ocasiona enemistades profundas y también el rompimiento de compadrazgos que se traducían más allá de las canchas de juego. Es famosa la amistad entre dos ídolos de equipos rivales como Lolo Fernández y Manguera Villanueva o las partidas de cartas entre Toto Terry y los principales jugadores de Alianza de los años 50's.
El famoso primer Clásico ("el de los Bastonazos") del 23 de setiembre del 1928 inició una rivalidad eterna pero no la enemistad surgida a fines de los 70,s con el título robado de 1978, las broncas dentro y fuera de la cancha, cuando José Velásquez era el Zambrano de aquellos años (¿lo olvidamos?).
El punto de quiebre fue aquella noche del 3 de agosto de 1988, cuando sucedió una fuga vergonzosa de la cancha. Nada volvió a ser igual. El 8 de noviembre del 2023 no hubo honor para reconocer un triunfo y no solo se "apagaron las luces" sino que se agredió a los jugadores de la U; luego sucedieron las campañas insidiosas y mentirosas contra lo que hizo la U para reprogramar su deuda y los intentos fallidos para que la U no fuera Campeón en su Centenario.
El compadrazgo ya no existe hace mucho tiempo y está cada vez más lejos la posibilidad de que vuelva a existir. La U no lo necesita pues a diferencia de antes, en los años que la U y Alianza se necesitaban para llenar los estadios en los Clásicos; hoy la U llena el Monumental aún con el colero.
Tengo amigos que son hinchas de Alianzas con quiénes comento de fútbol y discrepamos con altura. A ellos respeto; mas no a esos hinchas "alianCEROS ", los malaleche, a los que no se le puede respetar porque "respetos guardan respetos".
Ayer la derrota de Alianza en Cusco ha traído al recuerdo la tarde del 2004 , en que un oscuro jugador, Aldo Olcese, rompió el Fair Play para sacar ventaja y empatar al Cienciano en el Cusco. Ello valió para que Alianza termine sexto en el Clausura y pudiera jugar el Play Off por el título de esa temporada frente al Cristal, el que finalmente "ganó". Este fue uno de los 6 títulos de los 22 logrados, en torneos oficiales desde 1928, que se ganaron ilegítimamente.
Ojalá que por el bien del fútbol peruano, por fin vuelva la calma y la paz y ello, en la gran parte, se deberá al cambio de actitud de Alianza, cuyos hinchas y periodistas-hinchas hoy han empezado a hacerlo, condenando las matonerías de Zambrano, las actitudes de otros que debieron ser expulsados como Quevedo, las indisciplinas de este ultimo y el falso ídolo que crearon con su entrenador Gorosito, 14 fechas suspendido en el torneo local y a pesar de ello sigue dirigiendo desde un palco.
Qué haya un cambio de actitud y las heridas producto de agravios se cierren algún día. Caso contario, de nada servirán "los minutos de reflexión" con los intenta parar la violencia y el odio en el fútbol.
No pudo haber HONOR donde nunca existió.
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