El tiempo no corre, vuela. Un día como hoy, hace un año, partió al Encuentro de Dios el Presidente Alberto Fujimori Fujimori, a quien millones de peruanos lo recordamos como nuestro Chino.
Fui parte no de un momento crucial para el Perú, sino de varios, en los cuales se decidió nuestro destino como Nación.
Nadie nos lo contaron, los vivimos, como cuando emergió en la política como un outsider, como alguien que parecía un comparsa en las elecciones de 1990 pero que terminó ganándolas al que parecía casi seguro vencedor Vargas Llosa.
Tras juramentar como Presidente, y contrariamente a lo que sostuvo en la campaña electoral, el 8 de agosto de 1990 anunció dramáticas medidas económicas con las que derrotó a uno de los monstruos que devoraba al Perú y su Democracia, la hiperinflación. Esto fue el inicio de la transformación del Perú. Su renacer cuando parecía que nunca más seríamos un País Viable.
Tras ello, pocos recuerdan que sucedió hasta aquel 5 de abril de 1992. Y no es que no lo hayamos hecho recordar en uno de nuestros escritos, sino que pocos leemos y peor aún tenemos mala memoria. Fujimori fue jaqueado por una clase política que impidió los cambios desde el Congreso y los aliados y tontos útiles impedían combatir al terrorismo, otro de los monstruos que baño de sangre el Perú.
La decisión que tomó Fujimori aquel domingo 5 de abril fue trascendental, imprescindible, única y no sé si irrepetible. Las personas y sus actos deben ser entendidos y juzgados en su contexto histórico y así debe serlo este hecho. Meses después volvíamos a la normalidad democrática con un Congreso Constituyente (CCD) y con una Constitución que fue el pilar de la transformación del Perú.
Poco tiempo después Fujimori tomó una decisión que algunos han cuestionado sin razón y con mucha mezquindad como fue la Paz histórica con el Ecuador tras años de guerras y disputas
Luego, en 1997, dió el golpe final a la banda terrorista mrta con la llamada Operación Chavín de Huántar, razón para que el zurderío y el caviaraje nunca le hayan perdonado a Fujimori.
Cómo toda obra humana, la de Fujimori tuvo luces y sombras. Algunos lo llaman "dictador" mintiendo sin duda. Otros, perjudicados por su gobierno, lo señalan cegados por sus odios y mienten. Fujimori ejerció la autoridad que le confirió el pueblo y lo hizo para bien, por más errores que pudo tener también.
Fujimori no encabezó una dictadura, sino que la propia existencia de voces opositoras y discordantes niegan esto.
La falsa narrativa caviar ha "elaborado" una historia falaz, contradicha por actores del momento como el gran Oficial Mayor del Congreso José Cevasco Piedra, quién destruyó la mentira de "su renuncia por fax". Fui parte de aquellos días entre julio y noviembre del 2000, viví de cerca esos dias como Asesor del Congresista Pablo Macera. Conocí grandes personas y hoy amigos míos como Luz Salgado, Absalón Vasquez, Gustavo Ibarra, Elsa Vega, Fernan Altuve, José Cevasco, César Ibarra y a otros que ya partieron.
Viví momentos dramáticos, traiciones, grandes gestos y compartí lo que fueron esos días.
Luego vino la persecución y el intento por borrar lo bueno y reinventar la Historia; pero como dice el dicho "las aguas siempre recobran su nivel".
Tras años, Alberto Fujimori salió libre no solo por un indulto justo e insuficiente; la Historia y el pueblo peruano lo absolvió y su obra fue reconocida.
Fui a despedirme del Chino en el Museo de la Nación, como Fujimori quiso; siempre al lado del pueblo. La Presidente Boluarte hizo caso omiso a los odiadores y enemigos del Perú y ordenó que el Perú Oficial le rinda honores; en las calles un pueblo agradecido lloró su partida.
Se dice que solo el tiempo borra odios y mentiras y la Verdad sale a la luz. Así fue con Alberto Fujimori, el mejor Presidente del Perú.
Grande Chino; descansa en paz!
Así es Triby, lo comparto en mis grupos, sería bueno que le des un vistazo al juicio del ignorante de Castillo, esta agarrando fuerza.
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