Tras mi regreso a Frankfurt, asistí una última semana al banco. A mi pedido me facilitaron mucho material bibliográfico impreso (como era entonces) lo que fue sin duda un peso enorme a la hora de mi regreso.
Creo que mi participación fue exitosa. Sin falsa modestia contribuí para que la puerta siguiera abierta para nuevos participantes. Cabe señalar que antes mi compañero de trabajo y amigo Rudy Rey había participado en el mismo Programa de Entrenamiento en el Dresdner Bank y fue el ejemplo que me animó a participar. Otra amiga que participó pero en el Deutsche Bank fue Maripili Mariategui.
Lamentablemente las restricciones financieras en Alemania así como el cierre de bancos de fomento impidieron que el flujo continuara; al menos eso tengo entendido que sucedió en los 90s.
Mi estadía no solo me permitió capacitarme y también madurar profesionalmente sino también como ser humano. Di lo mejor de mí. Fui responsable, puntual, demostré honestidad y capacidad. Ello hizo que muchas puertas se abrieran en relación a mi estadía, tal como lo he contado.
El viaje, al que siguió un segundo en otras circunstancias, me permitió ver otras realidades y tener experiencias y vivencias que aún estan presentes y aunque no parezca, aún me permiten desempeñarme en la vida.
Tras mi estadía en el Dresdner pude ahorrar un dinero, lo que sumado a mis ahorros me permitieron realizar un viaje por diferentes países de Europa. Es cierto también que ello fue posible a diferentes amigos que había conocido en Perú, a los que mencionaré en su momento.
Tras mi partida de Frankfurt fui a Viena donde fui huésped de Rudy Binder; hermano de Marianne Binder, profesora del Goethe. Luego fui a Roma y de ahí a Nice, en la Costa Azul.
Tras ese destino fui a Barcelona y luego a Pamplona; a un pueblo cercano llamado Estella donde vivían mis amigos los esposos Ruiz.
Tras Estella fui a Paris donde fui huésped de Thierry Vehlust y luego a una de las ciudades estrellas de Europa, Londres donde fui recibido por el hoy célebre escritor irlandés Ronan Bennett y mi gran amiga Mariane Rassmussen.
Luego de Londres regresé a Alemania donde visité a los esposos Michael y Barbara Henni en Ulm y también las ciudades de Munich, Brujas, Amsterdam, Milan, Zūrich (en el siguiente viaje que hice conocí muy bien Suiza), Salzburg, Bregenz y otras.
En total conocí alrederor de 50 entre ciudades de Alemania y de otros países. Grandes y pequeñas. Tomé muchas variedades de cervezas y vinos y probé diversas comidas como las pastas italianas, el Goulasch húngaro, el Fish & Chips, los Kebabs en Alemania, la comida india por primera vez en Londres, las tapas españoles, los embutidos y salchichas en Alemania, los quesos de Dinamarca, la pastelería fina de Paris y un largo etcetera.
Unos tres días antes de mi partida, a mi pedido los encargados de mi beca me ofrecieron sin costo alojamiento en la casa de huéspedes de Frankfurt.
En quincena de julio tras casi 6 meses fue la hora de partir. Volví a tomar el tren por última vez en aquel año y enrumbé a Luxemburgo donde me esperaba el avión de Aeroflot rumbo a Lima, con iguales paradas que en el viaje de ida, aunque como es lógico en sentido inverso.
Estos cuatro capítulos me han permitido rememorar momentos muy gratos de mi vida. A grandes amigos, vivencias y experiencias inolvidables que guardo en mi corazón y en mi cerebro, imágenes y paisajes imborrables.
Finalmente no quiero dejar de mencionar a mi amigo Jorge Alvarez que me prestó un dinero para poder comprar el pasaje aereo, que no estaba incluido en la beca, y a quien le devolví ese monto (800 dólares de entonces) cuando regresé a Lima.Tambien a quienes apoyaron mi iniciativa y el cumplimiento de requisitos para optar la beca. A mis amigos del Banco Industrial Pepe Giraldo, a Agapito Perales, al finado Carlos Fuentes, a Eduardo Montjoy, a Salvador Rofes y a Orlando Gutiérrez, gratitud eterna. También al funcionario del BID Miguel Guardado que supo decir una palabra por mí, recomendando mi participación en la Pasantia.
Gracias a todos los mencionados y a los que no he nombrado. Todos ellos contribuyeron a una experiencia inolvidable.
Y a ustedes que me leen gracias por ser parte de esta experiencia. Espero que haber leído estas cuatro entregas les anime a vivir una experiencia similar una vez que volvamos a liberarnos de ese maldito bicho llamado covid.
Te felicito por esa memoria prodigiosa. Estás escribiendo de hace 30 años y el mundo ya no es como era en ése entonces, con el muro de Berlín recién caído, sin internet, sin celulares, y todo costaba más esfuerzo y por lo tanto daba más satisfacción. A pesar de eso hiciste todo un periplo europeo, que bien vale la pena recordar y dejarlo aquí para que otros lo puedan conocer
ResponderBorrarMuchas gracias por tus palabras Rudy¡
ResponderBorrarAhora te falta la novela. Estaré atento
BorrarHay ya publicadas dos libros de relatos cortos en formato digital. Si deseas colaborar adquiriendo los, avisa¡¡
BorrarFelicitaciones, Pepe. "Europa, cuánto se aprende en Europa".
ResponderBorrarUn abrazo Walter. Gracias¡¡
ResponderBorrar