lunes, 8 de febrero de 2021

1990 : TERCERA PARTE

Como les dije el 24 de marzo partí de Freiburg rumbo a Frankfurt. La distancia recorrida fue de 242 km  y duró aproximádamente 3 horas.

Llegué al promediar el mediodía. Aquella mañana compré mi pan en una panadería que quedaba a pocos metros de la casa. Como no había gente pude despedirme de la joven que siempre me atendía. Aquella última vez pudimos conversar algo y enterarme al menos de su nombre. Otra de las cosas poco frecuentes en Alemania pero que se dió.

Como la primera vez encontré de todo para comer hasta el desayuno del  lunes 26.

Ese fin de semana aproveché para ir a Sachsenhausen, el barrio bohemio de Frankfurt donde me pasó algo inusual. Al Kneipe donde fui daban maní en cáscara. Como no sabía dónde poner las cáscaras lo hice en un cenicero.  El que atendía en la barra, preguntó  entonces quién había puesto las cáscaras ahí, le contesté que yo. Entonces me contestó  que en su bar se tiraban  al suelo. Era una "zona liberada" donde luego se limpiaba al terminar la jornada.

Durante las 2 semanas que estuve yendo al banco en Franfurt para cumplir mi práctica salía antes de las 8:00 y caminaba el trayecto muchas veces con una vecina que estaba alojada en la casa de huéspedes y trabajaba en el banco.

Al cuarto día del programa, el encargado de la beca, el señor Cornelius, me dijo para almorzar juntos. Me causó cierta sorpresa y más lo sería cuando me "sugirió " que me quedara hasta después de almorzar y que dedicara la tarde a hacer turismo. El tema que yo era uno de los primeros en llegar y de los últimos en irme y ello por supuesto era más trabajo para los encargados de mi entrenamiento.

Por cierto no dejé de llegar temprano pero sí hice caso a "la sugerencia". 

Otra vez me sucedió algo que luego me dio mucha risa. En la cola para pasar mi tarjeta digital con la que el concesionario registraba mis consumos del almuerzo, dos alemanes creyendo que no hablaba el idioma "comentaban " lo mucho que comía. Aquel.dia estaba con un compañero de la oficina que hablaba castellano. Entonces para sorpresa de los "rajones" comenté en voz alta que "no me sentía bien y tenía poco apetito". Ambos jóvenes abochornados no sabían dónde meterse. Luego le expliqué a mi compañero de almuerzo por qué había dicho eso. Por supuesto las risas no tardaron en producirse.

El entrenamiento fue muy fructífero e íntegramente en alemán e iba paralelo con otros dos destinados a un inglés que luego sería representante de Barclays en Budapest y de una irlandesa que también trabaja en aquel banco.

En aquel tiempo tomé contacto con un médico que vivía en Berlin a quien había apoyado en su estadía en Perú. Ralf Kunas, como se llamaba, me invitó a ir unos días por esa maravillosa ciudad pero como no estaba planeado hacerlo, se me ocurrió  solicitar una estadía de trabajo de al menos una semana. Así lo hice  y quedaron en responderme en la tarde de aquel día. La respuesta fue positiva y para mi sorpresa todo estaba listo. El programa fue organizado cuando  estuviera en Hamburgo, en el mes de mayo.  Cómo ya tenía cubierto desde el lunes hasta el viernes, pedí que mis vuelos fueran cambiados para el viernes anterior y el domingo, en vez de viernes, aclarando que yo cubriría mis gastos en los días no contemplados en el programa organizado.

Tras las primeras dos semanas en Frankfurt continué el programa en la sucursal de Hamburgo., una ciudad maravillosa. Estuve alojado en la Pensión  Hagen a pocos metros del Alster. 

Esa primera coincidió con la semana Santa, que en Alemania es del viernes al lunes, y aproveché para aceptar una invitación de una amistad que había ido a pintar a Venecia y que estaba alojada en la isla Lido de Venecia. Grande era la orpresa declos campamentos del banco cuando se enteraron de mi viaje en Ostern.

Salí a medianoche de la estación  de Altona y "gracias" a que hablaba alemán, compartí buena parte del viaje "cheleando" con dos jóvenes que iban a su casa por Semana Santa. En el camino se unió una joven de la ex DDR (de la ciudad de Rostock). Tras casi 8 horas de viaje bajé en Munich y ahí tomé el trasbordo hacia la Estación  de Venecia (Santa Lucia). Del paradero del Vaporetto 1 a pocos metros de Santa Lucia, parti a Lido.

Estando en Hamburgo fui a Copenhagen y Malmo, visité a mis amigos Knut y Raymonde, fui agasajado por la representr de SERVAS en Hsmburgo, fui al Fish Markt, caminé desde el Alster hasta Blankanesse  ida y vuelta, me dí una vuelta por el Volks Park y por cierto en St Pauli en las míticas Repperbahn y Freiheit Straßen.

Luego de estar en Hamburgo fui a Berlin, al viaje programado como un plus.

Desde el viernes hasta el lunes temprano dediqué a conocer Berlin siendo huésped de Ralf y su familia y el lunes me aparecí a primera hora en las oficinas del banco. Grande fue su sorpresa pues me esperaban al mediodía para un almuerzo protocolar. Fue entonces que les expliqué que estaba desde el viernes. A continuación mi sorpresa fue mayor. El viaje era una cortesía del banco para conocer Berlin, entonces en plena efervescencia tras la caída del Muro. La invitación fue como un premio a mi dedicación y honradez (cuando tramité devolver aquellos más de 1600 dólares).  No me quedó duda que así fuera. Hacer las cosas bien, tiene sus réditos. 

De Berlin recuerdo la efervescencia y el olor a libertad, estuve al lado de lo que aún quedaba mayoritariamente del Muro, recorrí la K'Damm y sus centros comerciales, el Tier Garten, el Reichstag, el barrio de Kreuzberg, el recorrido de Tegel a Wansee, la Unten den Linden, fui también a la zona oriental pasando por el Check Point Charlie. Recorrí las calles de Berlin oriental que no era sino símbolo del desastre comunista, como he escrito en otro artículo.

Después de Berlin estuve una semana en Hamburgo y regresé a Frankfurt para concluir el Programa de Entrenamiento.

Continuará...




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