martes, 2 de febrero de 2021

TOMANDO DECISIONES

Conversaba el otro día con mi amigo Armando Rivera sobre la inacción en la Administración  Pública que no siempre ocurre por falta de conocimientos sino por la actitud para no tomar decisiones. Hay un pavor a equivocarse o ser acusados de corrupción  que muchos prefieren hacer "la simple"; tal como lo hacen los mediocres futbolistas que se desprenden de la pelota apenas la reciben,  sin encarar al rival o rematar al arco.

Tomar decisiones es un proceso que no solo requiere evaluar las distintas alternativas que se presentan sino sobre todo tener la experiencia suficiente para decidir cuando "las papas queman". Esta experiencia no se acumula de la noche a la mañana sino con el paso del tiempo.

Un funcionario de un organismo internacional se sorprendía de la juventud de algunos gerentes del banco estatal donde trabajaba en los 80s. "Con razón el banco tiene los problemas que presenta", me dijo sin dudar.

El aprendizaje toma su tiempo y errar es parte de él. Al llegar a ocupar cargos importantes, ya habremos aprendido a decidir con acierto. No obstante los altos funcionarios necesitan consejeros o asesores al igual que en las Fuerzas Armadas, donde existen los Estados Mayores.

Sin embargo no debemos caer en los excesos que cometen ciertos incapaces que fungen de Altos funcionarios al rodearse de decenas de "asesores" o de jóvenes como la  ex ministra de Economía Alva, responsable del desastre económico peruano en esta época de pandemia. 

Por cierto, como dice el dicho; "una cosa es con guitarra y otra con cajón ". Recordemos sino el desastroso primer gobierno de Alan Garcia debido a decisiones atolondradas, "la vida loca" en el toledismo, la inacción en el ppkausismo, la incapacidad en el vizcarrismo y el inmovilismo en el actual "gobierno" de Sagasti. Todos ellos son ejemplos de lo que no es gobernar, de lo que es tomar decisiones acertadas. 

De cara a las próximas elecciones es menester que la ciudadanía elija a un candidato con conocimientos y con experiencia. No hacerlo simplemente nos condenará a caer en el precipicio.




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