martes, 19 de mayo de 2020

¿EMPRENDEDORES?


Hasta antes de la cuarentena, miles de peruanos se levantaban antes que aclarara el día y se trasladaban a concurridas esquinas las que habían convertido en lugar de "su empresa".
Hiciera calor o frío atendían a su fiel clientela, con dedicación y a total satisfacción de los consumidores, en gran cantidad de veces.
¿Son entonces emprededores estos peruanos que luchan día a día? Claro que sí. Otra cosa es que la informalidad en la que trabajan tiene sus bemoles, léase externalidades negativas. Unas de ellas son  que no tributan o que sus
trabajadores no tienen seguridad social o que no acumulan un fondo previsional que les permitan acceder a una pensión cuando llegue el momento del descanso.

Sin embargo ello no impide reconocer ese esfuerzo de construir un espacio de autoempleo en un inicio y tras un proceso de acumulación amplían "su esquina" y directamente o vía "franquicias populares" posibilitan nuevos empleos con las deficiencias mencionadas, lamentablemente.

El pasado sábado 16 de abril hablamos de la necesidad de que el Estado se acuerde de ellos y promueva su formalización (mi tocayo José Cevasco ya planteó una ingeniosa forma en su leída columna de los lunes en el diario Expreso, 13-04-2020). Es hora también que esa formalización vaya de la mano con protocolos de salubridad. Basta de "muerte lenta". ¿Es posible? Claro que sí. Un ejemplo de ello fue la Reyna de los Anticuchos. Me refiero a la señora Grimanesa Vargas que por años vendió en una calle miraflorina en el barrio de Santa Cruz. Hoy ya trabaja en su local de Ignacio Merino 466, a pocos metros donde atendía a su fiel clientela.

Ser vendedor en un carrito sanguchero o emolientero, por citar dos tipos, no tiene que significar "informalidad". Ya el finado alcalde Alberto Andrade  dió el ejemplo de cómo hacerlo (leer el artículo del 20-04-2020 en este blog).

El llamado de volver a dar luz verde a la venta de estos puestos, tiene que entenderse que deba ser en el marco de una progresiva apertura de la actividad económica. Nadie en su sano juicio plantea que ello se haga "a tontas y a locas". Sin protocolos de salubridad no se podría trabajar  Las municipalidades deben trabajar en ello, acompañando el esfuerzo.

Tratar de que estos emprendimientos funcionen con estándares suizos es un buen deseo. Fijémonos objetivos a mediano plazo por lo menos en cuanto a crear empleo con un mínimo de estándares de sostenibilidad y en cuanto a tributación, buscar formas imaginativas que incorpore a la legalidad a miles de peruanos.

Ningunear el esfuerzo de estos emprendedores no solo es mezquino sino olvidar la realidad que hemos vivido y que ahora la vemos a lo lejos, a 16 horas de viaje de Lima.

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