CONFIANZA

 

Cuando uno compra algo, contrata servicios u otra transacción siempre tenemos que leer con mucho cuidado lo que en los contratos se conoce popularmente como "la letra chica".

Cuántas decepciones y molestias nos habríamos ahorrado si así fuera. Sin embargo ello no es suficiente pues cualquier contrato puede ser burlado si la palabra no vale.

En los últimos meses se han conocido por los menos dos estafas conocidas como "pirámides". Los perjudicados no son gente poco informada sino todo lo contrario. En estos casos la confianza no fue suficiente y lucrativas operaciones de factoring terminaron en sendas estafas.

Hay otros casos en los que promotores financieros han embarcado a sus clientes en inversiones que han terminado en sendos fracasos y ello ha implicado pérdidas. ¿Se dijo toda la verdad antes que los inversionistas tomarán decisiones? Al parecer no. Es usual que en muchos casos  se hable de rendimientos pasados y no se haga conocer los escenarios futuros. ¿Qué hacen la Superintencia de Banca y Seguros o la Nacional de Valores?

Ni qué decir de las ventas on line donde se ofrecen productos "maravillosos" y al primer uso se malograr. Aquí simplemente el consumidor termina estafado sin posibilidades de reclamo.

Si así sucede en un mercado donde los organismos reguladores son incapaces de proteger con eficiencia a los consumidores, qué decir de los ofrecimientos de políticos aventureros que a lo largo de los últimos años han estafado a los ciudadanos con frases sin ningún valor como autodenominarse como "errores estadísticos", ofreciendo "gobiernos de lujo" o que "no habría más pobres en un país rico". 

Si muchos han perdido pocos o ingentes recursos; en las estafas electorales ha perdido el Perú, que ha llegado hasta el borde del precipicio. Por tanto, hoy nos toca -dentro de poco o en el 2026- volver a elegir a un nuevo Presidente. ¿Quién se hará cargo de qué no nos vuelvan a estafar? ¿Sirve para algo el actual Jurado Nacional de Elecciones?