Al iniciar la crisis sanitaria se presentaron varios problemas que nuestros caseros se encargaron de solucionar. Uno de ellos fue dónde comprar.
Los mercados y supermercados, por las aglomeraciones, se convirtieron en focos de contagio y es por ello que las compras en tiendas cercanas sin aglomeraciones e incluso con delivery fueron la alternativa.
Como la demanda creció, la oferta también no solo en número de establecimientos (muchos nuevos) sino en cantidad y variedad de productos. Con ello, el servicio mejoró con la competencia incluyendo pedidos por redes sociales, la entrega domicilio y pagos virtuales.
Incluso la competencia reguló cualquier alza en los precios, en beneficio de los consumidores.
Todo ello es "libre mercado". El Estado no tuvo que intervenir para fijar o regular precios, establecer cuotas u otras medidas que nos recordaran a los años 70s y 80s.
¿Entenderán esto los comunistas que alaban "los paraísos " cubano y venezolano? Por supuesto que no. Al igual que los caviares y socialconfusos, ellos piensan que los pesares y apremios son para "el populorum" y no para las cúpulas o para quienes viven de la "teta" estatal.
Tras casi 10 meses del inicio de la crisis, las bodegas y markets exitosos lograron salir adelante. Algunos murieron en el intento. Como ya lo dijimos antes, administrar una tienda es cuestión de conocimientos, experiencia y feeling.
Aquellos que han logrado automatizar sus operaciones logísticas y orientando su negocio hacia un cliente satisfecho, durante y después de la compra, han logrado tener éxito, lo que se refleja en más ventas, mejores márgenes de utilidad y por cierto más utilidades.
Éxitos a aquellos emprendedores que en plena pandemia apostaron y aquellos que despectivamente dicen a alguien que "ni siquiera puede administrar bien una bodega" les recordamos que no menosprecien el trabajo exitoso y finalmente a esos estatistas les repito que para hablar hay que hacerlo con el ejemplo.
Solo el libre mercado y la competencia traen progreso y desarrollo.
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