Ayer se celebró el Día del Periodista, en recuerdo de la aparición del Diario de Lima bajo la dirección de Francisco Antonio Evaristo Cabello y Mesa en 1790, quién firmaba como Jaime Bausate y Meza. Este diario fue el primero en editarse en América y por cierto en el Perú.
Hasta no hace mucho, muchos ejercían esta profesión gracias a su experiencia lograda a lo largo de años. Sin embargo como en todos los campos la profesionalización se impuso y de las aulas universitarias y de prestigiosos institutos como el Jaime Bausate y Meza emergieron cientos de profesionales capacitados con las más modernas técnicas y conocimientos.
El profesional del periodismo se desempeña en diversos campos y está colegiado, lo que le permite ejercer determinados cargos de manera exclusiva. Sin embargo en el mundo de las comunicaciones hay quienes difundimos nuestras opiniones sin ser periodistas, sino profesionales formados en otras áreas del saber e incluso los hay quienes no tienen formación académico. Esto como consecuencia de la libertad de expresión garantizada en nuestra Carta Magna.
Hoy en día esto permite que muchos expresen sus ideas no solo con objetividad e independencia; requisitos no siempre cumplidos pues hay una carga ideológica y de toma de posición respecto de diversos temas, lo que hace que la delgada línea de la opinión y la propaganda sea quebrada con facilidad.
Sin embargo quien opta por leernos es quien respalda o no nuestros puntos de vista. Que no nos vengan a señalar quienes buscan establecer parámetros de lo qué es "correcto", máxime si esos modernos "catones" son los menos indicados para hablar de honestidad y de ética.
O acaso esos jovencitos caviarosos son tan virginales cuando han sido títeres de la corrupción de Lava Jato, de las campañas de odio contra determinadas corrientes políticas e incluso han sido cómplices del terrorismo (en la modalidad de tontos útiles o asolapados fans). ¿Nos olvidamos acaso de esos "mermeleros" al servicio del poder de turno con su "chalina en el cuello" o yendo a "entrevistar" a los ladrones y golpistas?
Las palabras del gran Luis Miró Quesada de la Guerra ("el periodismo podrá ser la más noble de las profesiones o el más vil de los oficios") tienen persistente presencia. Nadie duda que hay que opinar con la verdad y sin ser caja de resonancia de intereses subalternos sino como expresión de nuestros valores y principios.
A contrapie de lo que sostienen algunos, la profesión del Periodismo y los periodistas no desaparecerán. La tecnología, el Internet y el uso de redes sociales han transformado las plataformas de opinión; pero lo que nunca desaparecerá en la libertad de expresión, la verdad y los valores intrínsecos a los seres humanos.
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