martes, 17 de septiembre de 2024

EMERGENCIA Y RECONSTRUCCION

 


Si por desgracia usted tuviera una emergencia en su casa (incendio, inundación o similares) y no pudiera entrar para solucionarla porque la chapa estuviera trabada, está claro que no iría a buscar a un especialista para abrir la puerta  sino lo primero que haría es tumbar la puerta para entrar. 

Esto lo haría cualquier persona racional solo en situaciones similares y no como algo cotidiano o en circunstancias que no lo ameriten. Habría que estar desequilibrado para hacerlo.

Bueno, eso es lo que ocurrió antes del 5 de abril de 1992. El Perú estaba en llamas y la crisis no podía ser afrontados con eficiencia porque desde el Congreso había una voluntad de obstaculizar cualquier propuesta que provenía del Poder Ejecutivo.

No había tiempo para debates estériles y menos con el ánimo de llegar a un punto que la vacancia presidencial fuera inevitable. Ya se había aprobado un recorte de las facultades presidenciales y los proyectos de ley para enfrentar al terrorismo se veían bloqueados por "una bancada filosenderista", ésa que el comunista Letts llamaba "izquierda legal", que aprovechaba los resquicios que permitía una Democracia Boba.

La Constitución de 1979 en su capítulo económico era "la madre" del desastre de los años 80's y nadie quería tocarla, ni la izquierda estatista ni la derecha mercantilista; entonces era el momento de decidir si seguir con votaciones estériles o "tomar el toro por las astas" y darle al Perú la posibilidad de tener futuro.

La clase política de entonces estaba en modo de estupidez absoluta. En vez de tomar medidas drásticas seguía actuando como si no viviéramos momentos dramáticos en los que cada día era uno más en el que cáncer terrorista avanzaba inexorablemente, mientras los Letts, Piqueras, Diez Canseco, Espinoza, Simons y otros seguían haciendo su papel maligno o sea ser el aparato "legal" del senderismo y de los martacos.

La institucionalidad había colapsado, los jueces  y fiscales no castigaban a los terroristas y el Ejecutivo estaba atado de manos mientras un sector de la prensa abiertamente proterrorista llamaba "acciones armadas" a los ataques de los delincuentes terroristas.

Es así que no había una salida constitucional. O se rompía con el corset que representaba la Constitución de 1979 o nos íbamos al hoyo.

El Presidente Alberto Fujimori supo leer cual era el problema y cual la solución y en forma valiente y decidida optó por una salida extra constitucional aquel 5 de abril de 1992.

Fue una salida extraordinaria, necesaria e irrepetible en circunstanciales normales. El Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional duró 9 meses (hasta el 3 de enero de 1993, en qué inició sus funciones el Congreso Constituyente Democrático, electo el 22 de noviembre de 1992).

Este interregno cumplió sus objetivos. Se posibilitó una serie de medidas urgentes en lo económico y en la lucha antiterrorista, sentando las bases para la Reconstrucción y Resurgimiento del Perú.

Negar la necesidad histórica del la decisión del 5 de abril de 1992 y su impacto positivo es de necios o una posición de quienes fueron cómplices del terrorismo o de la derecha mercantilista que vió perdidos sus privilegios.

Querer imputarle como un demérito del finado Presidente Alberto Fujimori haber tomado la decisión del 5 de abril de 1992 es un craso error. Ello debería estar en sus activos y gracias a ello el Perú volvió a ser Viable. Equipar está medida con el golpe del genocida o el intento del cleptocomunista es de estúpidos; veamos sino los resultados. En cuanto al que originó el Velascato, "sus obras" claramente indican que fue una decisión que destruyó el Perú tras el desastre del gobierno belaúndista (1963-1969).

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