LAS RELACIONES INTERNACIONALES

 

Que un ciudadano común ignore o no dé importancia a las Relaciones Internacionales de un país, pasa. Es muy probable que necesidades insatisfechas como seguridad, salud, alimentación y empleo hagan que no preste atención a la labor de un Ministro de Relaciones Exteriores: pero que un comunicador que se precia de su "sabiduría" la desdeñe ya preocupa, mas aún que éste muestra interés por dirigir los destinos del Perú.

No es de ahora ese desinterés. Hasta donde recuerdo ningún hecho internacional de importancia, coyuntural o estratégico ha merecido la atención del  comunicador Butters (no es ni abogado, ni periodista).

El hecho que nosotros tengamos nuestros propios problemas no hace que se menosprecie el papel cumplido por el hasta ayer Canciller Javier González Olaechea, quien en nombre del Perú defendió principistamente la democracia en Venezuela. No olvidemos que el mundo hoy es un gran "dominó", en el que la caída de una sola ficha puede influir en el resto.

Ningunear lo hecho por González Olaechea no habla bien de Butters y menos aún si lo llama despectivamente "Olaechea" o lo ningunea ("escuelea') llamándolo solo por su nombre. 

A veces presumir de sabiduría y de amplios conocimientos (por ejemplo en Derecho)  es una muestra más bien de falta de  ellos. No tocar temas (con verdaderos especialistas y no charlatanes) como las próximas elecciones en USA, la reducción de la tasa de la FED o lo que sucede en Venezuela es imperdonable en un medio de comunicación que se considere serio; salvo que se pretenda profundizar la ignorancia y promover "lo chicha", lo superficial y olvidar que "el mundo es ancho y ya no tan ajeno".

Si soslayar y encima no decir una palabra contra la decisión de la Presidente Baluarte de prescindir del ex Canciller es producto de un cálculo de un "probable candidato presidencial"; mal abona a la causa de un potencial candidato, máxime que en sus palabras trasluce un celo por el futuro político de un probable adversario en la carrera presidencial.

La mezquindad y la soberbia son malas consejeras.