Hay algunos que olvidan lo que vivimos en los años 80's y parte de los 90's cuando organizaciones terroristas cobraban "cupos" que no eran sino extorsiones a cientos de empresarios. No sólo ello sino que secuestraban y cobraban "rescates" tras mantenerlos recluídos en viles lugares llamados "cárceles del pueblo" (sic).
Hoy sucede lo mismo y algunos se alocan y no quieren llamar "terrorismo" a lo que sucede en el Perú.
Como hace cuatro décadas, muchos prefieren ceder ante la extorsión; total eran unos cuantos soles. Trujillo fue "el piloto". Nada se movía sin primero pagar a los delincuentes; desde mototaxistas y bodegueros hasta constructores "tenían que pagar".
Hoy esto se ha replicado en todo el Perú. En Lima hay innumerables casos que la Policía es incapaz de combatir con "las leyes" actuales.
Muchos creyeron que podían convivir con el chantaje y extorsión pero tarde se dieron cuenta que no era así. Rosales, Ballón, Miysato, Ikeda, Hiraoka, Delgado Párker cedieron e incluso algunos pagaron con su vida. Lamentablemente el ejemplo del gran Julio Favre Carranza que se enfrentó al terror no fue replicado y hoy hay algunos que incluso *lamentan" la muerte de terroristas que extorsionaban en el Norte Chico y cayeron ante. el accionar de la ley.
La inseguridad no es solo un asunto policial con connotaciones sociales; influye negativamente en la economía al desincentivar la inversión, encarecer los bienes y servicios al tener que incluir un costo como la extorsión. Es más, cuántos empresarios -micros y grandes- han perdido sus activos (mototaxis, buses, maquinarias, locales) al sufrir atentados de manos de terroristas extorsionadores.
Todo ello sucede ante la incapacidad del gobierno y la falta de respuesta del Congreso que demora semanas en aprobar un paquete de leyes contra el terrorismo urbano. ¿Ahora entenderán algunos ingenuos por qué fue imprescindible el 5 de abril de 1992?
Lo que hizo el gobierno del Presidente Fujimori fue necesario. Los terroristas fueron enfrentados con el todo el peso de la ley; las universidades dejaron de ser lugares de captación y adoctrinamiento; las cárceles no fueron más "luminosas trincheras de combate" y los presos sintieron el rigor de la carcelería. Por cierto no es un asunto de combatir "sin pensar". El trabajo de inteligencia es imprescindible así como un Sistema de Justicia que no sea cobarde ni menos cómplice.
Y no olvidemos, los delincuentes terroristas no tienen derechos.
Excelente Tribi un fuerte abrazo.
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