El pasado miércoles 8 tuve el gusto de volver a ver personalmente a mi Hermano Jorge Antonio, con quién siempre tenemos comunicación telefónica o por un chat en el cual compartimos con otros hermanos, a quienes conocí hace 52 años, en aquellos años de vida en el Aspirantado Salesiano.
Fueron años inolvidables en los que junto a clases de Latín, horas de deporte y sobre todo de formación religiosa y humana logramos tener una impronta especial que distingue a quienes pasamos por aquellos claustros.
Ver a Jorge Antonio fue una casualidad, de ésas que uno dice que son parte de los designios de Dios. Me enteré un día antes que tenía que llevar un encargo a Los Cedros de Villa, un lugar distante de donde vivo y recordé que ahí vive; así que me comuniqué con él y fui cordialmente invitado a tomar desayuno junto con su esposa Ericka, con quién formó un gran hogar hace 42 años, siendo su hija Selene fruto de ese amor. Aquel día compartió también Wanda, una hermosa peluda de 5 años.
Conversamos de muchos temas, del pasado y del presente. Recordamos a cada uno de los otros once compañeros con quiénes compartimos el primer año de Secundaria y también de la gran obra empresarial del Grupo Romero quién habilitó terrenos en esa zona de Chorrillos y luego construyó hermosas casas como la de Jorge Antonio, quién dicho sea de pasó dedicó años de su vida trabajando en el gran Banco de Crédito.
Los años pasaron pero los hermosos recuerdos de nuestra pre adolescencia continúan vigentes y presentes en las reuniones anuales del primer sábado de enero; en el compartir de un chat y en esporádicos pero intensos encuentros llenos de amor fraternal.
Así como con Jorge Antonio, de quién recuerdo sus grandes dotes de amigo, gran cantante y futbolista (jugaba sin amarrarse las zapatillas); los encuentros también se dan con Jorge Peluquita, Pancho, Carlos, Many, Pepito y poco frecuentes con nuestro gran especialista en Recursos Humanos Carlos, unos menos presentes Víctor, Miguel y Ciro y otros solamente en el recuerdo (uno incluso ya partió, Julio César).
El Aspirantado fue un gran centro de formación donde sacerdotes, profesores y hermanos mayores contribuyeron a que seamos mejores personas y por supuesto hombres de Fe. Hoy desgraciadamente ya no es lo que fue en aquellos años 70's pero tenemos la esperanza que vuelva a ser.
Nos despedimos con Jorge Antonio, previo paseo por el malecón, que con un poco de trabajo podría ser un gran paseo peatonal.
Este escrito estaba pensado publicarse hoy como el número 2500 en estos casi 7 años de nuestro blog, pero la coyuntura hizo cambiar de planes; aunque a pesar de ello dedicó esta persistente misión de defensa de nuestra Fe, de nuestro Perú y de la Familia y Vida a la amistad con Jorge Antonio y todos los que compartí los años de formación.
Que interesante este artículo querido amigo, no sabía que habías sido seminarista por un año, mis felicitaciones por las 2500 publicaciones , un abrazo.
ResponderBorrarCarlos Zamalloa
2 años. Abrazo Carlos
BorrarBuena mi estimado pupilo,un abrazo y que Diosito siempre te acompañe.
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