Un aeropuerto es un lugar donde confluyen sueños, tristezas, alegrías y muchas expectativas.
Estamos en el renovado aeropuerto Jorge Chávez, cuya construcción demoró más de lo previsto y hasta ahora hay algunas observaciones por resolver.
Sin embargo pese a unas cómodas y limpias instalaciones, la nota reprobatoria la ponen algunos pasajeros en tránsito que ocupan asientos que no son para echarse y menos los pisos son para sentarse o para echarse a dormir.
Por lo general, todo funciona pese a que determinadas horas ("punta") la demanda excede a la oferta de los servicios, algo que paulatinamente se viene solucionando. De algo que nadie puede quejarse es la limpieza, decenas de personas que trabajan en ello, lo hacen posible.
Como dijimos al inicio vemos turistas llegar con la expectativa de disfrutar de nuestro maravilloso país. A muchos nadie los espera así que tendrán que lidear con las interrogantes de cómo tomar un taxi o llegar a su destino en el bus de servicio público que opera en el aeropuerto. Vale decir que todo ello es ahora más fácil con el uso de diversos aplicativos.
También hay otros que se van en su gran mayoría satisfechos, con la maleta llena de recuerdos imperecederos, tras días de estadía.
Otros son los viajeros frecuentes, para quienes ya es rutina tomar un avión y otros que el aeropuerto es su lugar donde trabajan para algún concesionario o para el operador LAP o para alguna agencia de viajes para recibir a los pasajeros que han contratado sus servicios. Estos son la puerta de ingreso al país, la primera impresión y por ello es importante su servicio.
También vemos numerosas familias que reciben al familiar que regresa al Perú después de años, tras irse a algún lejano lugar a buscar "un mejor destino". Tras aparecer por la puerta de "arribos internacionales", los familiares se agolpan para abrazarle así como al cónyuge con el que se casó como parte de su nueva vida. Hay reencuentros de todo tipo, de amplias sonrisas e interminables llantos y también de ansiedades por quizás recibir algún apoyo del familiar que viene a gastar sus ahorros en el Perú.
Pero así como hay quienes llega, otros se van. De viaje temporal, por una estadía larga de estudios o trabajo o de aquellos que abandonan el país en búsqueda del "sueño americano o europeo". Muchos de irán a la aventura, de ilegales. La peor alternativa.
Otros, en su gran mayoría no lograrán traspasar la aduana, están de paso intentando ganarse unos dólares ilegalmente transportando sustancias prohibidas; sin embargo su sueño terminará en pesadilla y en vez de una mejora económica terminarán con sus huesos en una cárcel por largos años.
No faltan también los ladrones de poca monta que intentarán apropiarse de lo ajeno pero que la atenta mirada de la seguridad del aeropuerto, privada y policial hacen poco probable "el éxito" de estos cacos.
Los días transcurren en un aeropuerto sin mayor novedad. Decenas de tripulaciones salen de un servicio o llegan para partir a alguna ciudad del Perú o del mundo; trabajadores de todo tipo, desde personal policial o de aduanas, de tiendas concesionarias u trabajadores de LAP transitan a diario; mientras que viajeros frecuentes o esporádicos transitan apurados a tomar el vuelo que, algunas veces, les cambiará la vida.
Así es la vida en el aeropuerto Jorge Chávez!

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