Hará unas semanas se presentó un Plan para el Centro Histórico el
cual contempla la peatonalización de gran parte de sus calles y la vuelta de un
Tranvía como lo existió hasta casi fines de los años 60s.
Y cómo no podía ser de otra forma
desde ya se ha pretendido cerrar calles al tránsito vehicular sin planificación
alguna lo que ha traído no solo desorden sino una infernal congestión.
No dudamos de las buenas
intenciones de quienes intentan planificar el Centro Histórico pretendiendo
poner en práctica algunas ideas que no se condicen con la realidad como por
ejemplo, qué se hará con el transporte de carga que provee a almacenes, tiendas
y otras.
Un poco más allá del Damero de
Pizarro, cruzando la avenida Abancay hasta la Colmena, hay una zona comercial
que se encuentra en muchos casos cerrada por determinación de Defensa Civil.
¿Sabrán las autoridades municipales cuánto están perdiendo los comerciantes de
esa zona, incluyendo el llamado Hueco?
Lo cierto que hasta ahora ningún
plan ha dado resultados. Tan solo la buena gestión del finado alcalde Alberto Andrade puso en orden y se
avanzó bastante en el manejo de esta zona de la ciudad.
Recuerdo mucho el día que tomó la
decisión de erradicar el comercio
ambulatorio en las zonas colindantes al Mercado Central. Parecía imposible.
Incluso a la espalda del que hoy es el Ministerio Público había cocinas donde
se salteaban platos de la gastronomía china en plena vía pública y en la Avenida Uruguay, decenas de vendedores
de platos marinos hacían imposible el tránsito de los peatones pues ocupaban
gran parte de las veredas de esta avenida.
No bastan planes sino gente con la suficiente autoridad
para ejecutarlos. Alberto Andrade “se compró el pleito”, lástima que tuviera
poco apoyo del Ejecutivo de entonces debido a razones de índole política.
Lamentablemente luego de Andrade no hemos tenido alcaldes preocupados en
mejorar el Centro Histórico.
Incluso se logró desalojar a las
imprentas ubicadas entre los jirones Ica, Camaná y las avenidas Tacna y Cusco pero
no hubo planes alternativos para que los locales desocupados se transformen en
un gran clúster de cultura y diversión, con todas las garantías del caso.
Lamentablemente aparte de Lima Express no hay otros inversores
dispuestos a invertir en el Centro de Lima. Un caso que refleja esto es la
situación actual del Hotel Bolívar,
por citar uno. Ya es hora que avenidas
como La Colmena y Tacna recobren el esplendor que tuvieron hasta los años
70s.
Es hora de que se empiece a
trabajar y que gente que sepa se haga cargo de poner en marcha lo que sesudas
consultorías recomiendan. No bastan buenas intenciones sino sobre todo
capacidad gerencial de los funcionarios que asuman responsabilidades.
Esperemos poder volver a pasear por una Colmena esplendorosa o ir a
divertirnos como lo hicimos en los primeros años del siglo XXI cuando por
ejemplo El Directorio brillaba con luz propia.
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