Mi madre fue una mujer dedicada a
su familia como muchas de su generación y no por ello nunca se sintió menos ni
disminuida. Amó a su familia con todo su corazón y le dedicó su vida a ella. ¿Entenderán ello las feministas que se llenan
de la boca atacando la familia y el papel invalorable que asumió la mujer en su
momento?
Mi madre no solo fue ama de casa
sino también contribuyó a la economía familiar haciendo ricos pasteles,
empanadas y dulces, los que vendía en mi colegio y en el trabajo de mi hermano.
En el hogar fue una gran financista que supo administrar los recursos escasos y
darnos una vida sin que faltara lo principal aunque sí muchas veces lo
accesorio, muy a pesar suyo.
Mi madre no estudió en la
universidad, habiendo sido la mejor alumna de su colegio en Huánuco, no porque
sus padres pensaran que como mujer no debía hacerlo sino por la sencilla razón
que en ese entonces no teníamos familiares en Lima. Alguna vez le escuché lamentar un poco esa decisión de
mis abuelos de no enviarla sola a la capital pero nunca dijo nada en contra de
aquella decisión.
Eran otras épocas, donde la mujer
asumía otros roles en el hogar. Era el pilar de la familia, célula básica de la
sociedad. Era madre, maestra, enfermera y también esposa.
En su momento se casó con mi padre
y lo acompañó durante cuatro años por los viajes que hacía en el sur peruano,
pues era agente vendedor.
A los 28 años fue madre, edad en
la que hoy en día muchas jóvenes no piensan siquiera en serlo; aplazando la maternidad
hasta un momento que el reloj biológico no le permite ser madre. Ante ello, la
fecundidad asistida es la alternativa, incluso muchas veces sin la presencia de
una pareja y la consecuente familia. La sociedad corre peligro con ello, sin
duda alguna.
Hoy el papel y los roles de la
mujer son diferentes, mas no por ello menos importantes. Hoy es empresaria,
gerente de importantes empresas, políticas y otras actividades. Bien por ello.
No hay sentido que no lo sea como tampoco lo hay en ese afán de algunos para que
rivalice con el hombre como si sus derechos y mejoras sociales tienen que ver
con una rivalidad mal entendida.
Que la reivindicación de la mujer
sea entendida no como confrontación ni menos que algunos aprovechando esto quieran asumir el papel de “mujeres” habiendo
nacido varones. Está claro que las mujeres y los varones se complementan pero
también son diferentes. Sino cómo explicar que las mujeres no pueden competir
en iguales condiciones en determinados deportes y se ha dado casos en que
hombres “disfrazados artificialmente de mujeres” han competido con mujeres con
resultados dramáticos como la muerte de una peleadora en una confrontación de
Artes Marciales Mixtas.
Basta de azuzar odios y que
algunas feministas realicen manifestaciones aberrantes y que ofenden a una gran
mayoría de la sociedad so pretexto de “protestar”. Respetos guardan respetos.
Foto: pildorasdefe.net
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