martes, 13 de febrero de 2024

ANOMIA

 


Uno de los males que agobia a nuestro país es la anomia que se expresa en grandes y pequeñas cosas.

Es cierto que las normas y leyes son engorrosas y se aplican solo para algunos pero ello no implica que quienes no la cumplen se amparen en el pretexto que no lo hacen porque "otros no lo hacen".

La informalidad y la corrupción son dos expresiones del incumplimiento de las leyes. La primera no se combate porque sino un 80% de la sociedad tendría que ser sancionado pero nadie hace nada para que ello cambio. Cualquiera pone un fogón en la vía pública porque "así es" y arguye tener "derechos". Muy pocos reconocen implícita y explicítamente tener deberes.

Ni qué decir de la corrupción. No sólo el corrupto tiene responsabilidad sino el corruptor y los que permiten que ello suceda pues de esa forma siempre "se ganan alguito".

La anomia se expresa de tantas formas que el mal parece ser incurable, salvo que empecemos a cambiar esta situación desde el hogar y la escuela. Lo peor es que eso se asume como "una viveza criolla" ("la pendejada") y los cumplidores de la ley son vistos como "tontos".

Anomía es también que un jugador no pueda estar ocupando un lugar por estar suspendido pero lo hace "porque puede" y tiene el "apoyo" de dirigentes acostumbrados a torcer voluntades en "la mesa". Ni qué decir de quienes cruzan las pistas por cualquier lugar o impúnemente arrojan basura a las calles o no levantan las heces de su perro.

Ojalá que esto cambie alguna vez y no solo sea para grandes casos sino para la vida diaria. Esto no solo lesiona el tejido social sino la convivencia como sociedad civilizada.

¿Hasta cuándo confesos ladrones seguirán pasano "piola" porque se convierten en delatores y otros como la confesa ex alcaldesa Villarán y sus aún intocables cómplices siguen libres? Preguntémonos también hasta cuándo nadie está en cárcel condenado por sus raterías en el caso Lava Jato?

Empecemos a cambiar, antes que sea tarde.


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