Más allá de las pasiones y de los juicios apresurados, 129 años después la Historia le ha reservado un espacio preponderante al gran pensador y político Víctor Raúl Haya de la Torre.
Hace tres años en plena campaña electoral escuché uno de sus memorables discursos en la Plaza San Martín donde se refería a la problemática de la educación. Fue en el año 1967 o quizás 1968 (antes del golpe, por cierto) pero parecía dicho en ese momento electoral.
Haya de la Torre fue un visionario, como solo los grandes hombres lo son. Escribió dos libros, sus aurorales, "El Antimperialismo y el APRA" (al que llamaría fundacional) y tiempo después uno que revisaba y ampliaba sus ideas primigenias, "30 años de aprismo". En su momento algunos criticaron ese "revisionismo " pero él mismo explicó su posición basado en su tesis sobre el Espacio y Tiempo Histórico.
Como hombre no fue perfecto. Fue parte de enfrentamientos que terminaron con la muerte de cientos de peruanos y que ocasionaron profundas divisiones y odios. Dos de los más importantes fueron con el diario EL Comercio, que impulsó incluso el golpe de 1962 que impidió su legítima victoria electoral, y con el Ejército, el cual fue zanjado en 1976 por el entonces Presidente General Morales Bermúdez justamente en la ciudad natal de Víctor Raúl, Trujillo, con el llamado a cerrar viejas heridas.
Nunca llegó a la Presidencia de la República pero ocupó la Presidencia de la Asamblea Constituyente de 1978, habiendo sido electo con la más alta votación (C1). Haya de la Torre recibió el generoso apoyó del PPC, lo que permitió ocupar tal cargo hasta poco antes de su muerte el 2 de agosto de 1979.
Fui parte de una generación que creció con el odio y estigmatizaciones de El Comercio, Oiga y otros medios, lo que profundizó en el Septenato en la pluma de los Moncloa, Landa, Sheen y otros llamados "mastines de la revolución". Pero hubo otra parte del Perú que lo quiso hasta la devoción. Fundó el APRA hace casi 100 años al cual lideró con mano firme y lo condujo en los años de la clandestinidad y persecución. Llegado el momento supo conversar y pactar y lograr la ansiada legalización.
Fue un proficuo escritor, gran orador, formador de jóvenes y gran ideólogo. Aún lejos del Perú siempre estuvo cerca de sí problemática para lo cual siempre tuvo propuestas de solución.
Han pasado los años y la Historia lo absolvió de todas las acusaciones. Haya de la Torre se ha convirtido en uno de los más grandes peruanos del siglo XX.
Gloria a Víctor Raúl, el Viejo, el Jefe¡
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