Ayer el Pleno del Congreso aprobó en segunda votación el regreso de la Bicameralidad, lo que implica el regreso de la Cámara de Senadores tras 32 años.
Ello se produjo pese a los vanos intentos de algunos congresistas (caviares y comunistas) que intentaron frustrar la votación e incluso pretendieron pasar la aprobación por un Referéndum con el fin de meter de contrabando una Asamblea Constituyente. Otros apelaron a que "el pueblo ya había votado" en aquel referéndum impulsado por el golpista y genocida Vizcarra, en un ambiente envilecido por el odio y la mentira.
Con el regreso de la Cámara de Senadores, se aprobó la posibilidad de intentar indefinidamente la reelección; entendiéndose que quien define esto en las urnas son los ciudadanos. Un dato interesante es que el promedio de congresistas reelectos en el periodo 1980-2016 fue 15%, vale decir quienes hicieron mejor las cosas.
Con cargo a extenderme luego en el análisis, considero que quienes postulen a la Cámara de Senadores sean quienes hayan sido antes congresistas o tengan mínimo 45 años y no que debieran cumplir con ambos. Además de ellos, sí se debería exigir otros requisitos como académicos y de orden moral a fin de no repetir los graves casos que han mellado la majestad del Congreso de la República.
Otro punto deberá ser el número de Diputados y Senadores, habida cuenta que se debe incrementar su número a fin de que haya representatividad; a lo que debería legislarse para crearse distritos uninominales para la Cámara de Diputados.
Sin embargo de nada valdría haber vuelto a la existencia de una Cámara Reflexiva si no se fortalecen los partidos políticos y el ciudadano no es educado para elegir bien y no a esperpentos y delincuentes. Junto con ello debería debatirse también el voto facultativo y la eliminación del voto preferencia. ¿Será que con este mejore la calidad de la votación?
Es hora de fortalecer la Democracia y volver hacer del Congreso de la República una institución respetada por la ciudadanía.
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