Hoy se inicia una nueva Copa América con la participación de los diez equipos de la CONMEBOL y seis de la CONCACAF, quienes pese a tener sus propios torneos a nivel de selecciones y clubes -en dónde no participan sudamericanos- imponen su participación por motivos netamente económicos. Ya anteriormente han sido invitados Qatar y Japón sin mayor éxito en lo deportivo. Un torneo con 16 equipos es una bluff o alguien que no sea connacional de Jamaica y de Venezuela podrá estar interesado en ver este choque.
El camino de nuestra selección se avizora duro y con resultados exitosos poco probables, pese a que en las últimas ediciones hemos llegado incluso a jugar una final.
Llegamos a USA 2024 con una selección llena de veteranos que no pasan por un buen momento, pese a lo cual el entrenador confía en ellos. Una apuesta arriesgada y nada realista.
Veamos qué sucederá pero ya varios analistas reclaman mayores oportunidades para jugadores jóvenes; pero ¿existen estos? Los hay pero tampoco marcan la diferencia.
Ante ello se vuelve a plantear medidas muy a gusto de quienes en otro ámbito apuestan por una economía controlista y no por el libre mercado.
A mí entender limitar la participación de jugadores y de entrenadores extranjeros no es la solución. Sí lo sería poner requisitos mínimos para impedir que lleguen "paquetes y vendehumo".
Tampoco creemos que sea una solución volver a la llamada "bolsa de minutos", con la que se obligaba a hacer participar a jugadores menores de 21 años sin mayor futuro. Volvamos a los torneos como el intercolegios, el Interbarrios del antiguo diario La Prensa, a la búsqueda de jóvenes promesas en diferentes regiones y en semilleros de verdad y no en "academias" que han aportado muy poco o nada.
Dejemos que cada club sea quien elija con qué jugadores contar sea por nacionalidad o edad. Finalmente el mercado (la afición) será quién apruebe o no ello con su asistencia a los estadios.
Exijamos que los llamados equipos profesionales tenga una infraestructura mínima de calidad, que honren sus compromisos contractuales, que los árbitros sean tales y no fantoches y que tengamos torneos mínimamente racionales y por ende competitivos así como verdaderos dirigentes a todo nivel.
Usando un parangón, veámonos en el espejo de las principales ligas del mundo donde existen tres niveles, competencias atractivas y sus jugadores nativos tienen que competir con cracks de todo el mundo, teniendo para ello que demostrar que son buenos.
Finalmente, ojalá que también mejore la prensa deportiva, muy venida a menos. Una prensa objetiva y de calidad también es parte de la solución.
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