martes, 16 de enero de 2024

AYER Y HOY

 


Inicié mi vida laboral en los icónicos años 80's como practicante de Nicolini Hermanos, una empresa familiar cuyo slogan era precisamente "es de la familia". Ello reflejaba un sentido de pertenencia a la empresa donde la mayoría soñaba con "el empleo de toda la vida" y sus productos satisfacía a consumidores que eran considerados como parte de esa familia.

Luego estuve casi 9 años en el Banco Industrial del Perú (BIP),  un banco de fomento estatal donde conocí a muchos que estaban gran parte de su vida y aspiraba a seguir estándolo por las diversas facilidades que brindaba, aparte del sueldo. No pocos incluso se casaron con otro (a) trabajador (a) y eran parte de "la familia BIP".

Eran los años de la estabilidad absoluta, de "los derechos laborales" irrestrictos, del "horario de verano estatal", de incluso una cuasi dictadura de los trabajadores. Era casi imposible que alguien hubiera sido despedido incluso si no cumplía mínimamente con estándares de eficiencia y la palabra "productividad" era una palabra vetada en el Estado.

Ello no implicaba que hubiera muy buenos trabajadores, cumplidores y preocupados en mejorar.

Al llegar los 90's todo cambio. Pasamos a lo opuesto, la estabilidad, incluso relativa, no es deseada por los propios jóvenes, quienes andan en la búsqueda de "una mejor alternativa". La lealtad y fidelidad como la entendíamos ya no existe más. Para bien o para mal.

Ciertos especialistas hablan de "la precarización del mercado laboral", pocos "derechos" como los que entendíamos en los 80s existen más y las organizaciones sindicales languidecer.

Dentro de ese marco,  32 años dedicados por un excelente funcionario del Banco Central de Reserva (BCR), Manuel Ruiz Huidobro, se esfumaron. Años de trabajo eficiente y productivo se perdieron al ser despedido sin mayor causa que la animadversión de un ex director, hará poco fallecido. 

Han pasado  los años y es hora de resarcir esa injusticia y que recobre la pensión desconocida y los devengados de los años en los que contra su voluntad no pudo seguir aportando primero como Jefe del Área,Técnica de la Gerencia General y luego como Gerente Asesor de la Presidencia del BCR.

Miles de trabajadores que perdieron sus puestos de trabajo en el Estado han sido repuestos o indemnizados sin mayor sustento que la presión política. ¿Cuántos de ellos lo merecían?  Muy pocos. Eran trabajadores que aportaban muy poco en empresas quebradas. Para que se den una idea, el Banco Industrial tenía una sobrepoblación laboral cercana al 40%, que era mantenida por "la maquinita" o sea a costa de déficit fiscal y hiperinflación.

Sin embargo el "caso Ruiz Huidobro" es diferente y es hora de que se le dé una solución justa.

Estaremos atentos¡


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