Lima tiene todo para ser la capital del turismo en Sudamérica pero seguimos en "la promesa".
Somos la única capital que está a orillas del mar pero seguimos desperdiciando este potencial, sino miren el tramo ubicado en Magdalena.
En Lima se puede encontrar una variedad gastronómica única no solo del Perú sino del mundo pero muchos turistas no se animan a venir por la inseguridad existente. La Policía hace un trabajo sacrificado pero fiscales y jueces liberan impunemente a delincuentes capturados en flagrancia. ¿Hay alguien encarcelado por ello?
El Centro Histórico sigue siendo un lugar donde hay mucho por hacer pero no se avanza. La Colmena es un ejemplo de ello. Más de un kilómetro que no recobra su esplendor. El otrora clúster de diversión de los alrededores de la Plaza San Martín ya no tiene el movimiento de hace diez años, por falta de seguridad y de promoción de las autoridades.
El tráfico infernal en las llamadas "horas punta" hace un vía crucis ir de Magdalena a La Molina o en cualquier otra ruta importante. Nadie hace algo contra el transporte informal y la construcción de las Líneas3, 4 y 5 del Metro es una quimera.
Es cierto que somos un oasis en medio de un desierto que cada día se urbaniza más pero donde escasean las áreas verdes, pulmones de una ciudad atacada por la contaminación.
Es hora qué se trabaje para que Lima sea una ciudad turística, atractiva para los visitantes del mundo y no un lugar donde muchos no quieren venir.
Se requiere inversión privada y administraciones que trabajen de verdad. ¿Será posible? Es hora que Rafael López Aliaga, alcalde de Lima, nos diga qué hará en los próximos años y que por cierto los cómplices del villaranismo corrupto se callen la boca.
Ojalá que veamos otra vez la presentación de artistas de fama mundial en el Sky Room del antiguo Crillón, vayamos a una fiesta de Año Nuevo en el centenario Hotel Bolívar y el Jirón de la Unión vuelva a ser lo que fue hace 50 años. Finalmente que pasear por los parques de los acantilados de Miraflores, por El Olivar o por Barranco sea un placer y no "un deporte de aventura" (por la inseguridad).
Soñemos que esto sea realidad; trabajemos para que lo sea.
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