lunes, 27 de mayo de 2024

LOS COSTOS NO VISIBLES

 


Hoy en día miles ya transitan en nuestra capital no solo en bicicletas sino en diversos vehículos menores que van desde bicicletas eléctricas, scooters, motocicletas lineales y otros. Para algunos es el "mundo ideal" en el que se combate la contaminación y el cambio climático. Son "los héroes" del progresismo; pero ¿son tales?.

Lima no es Copenhague ni los que viven en nuestra ciudad no son -por desgracia- "daneses". Este cambio de forma de movilizarse no ha ido de la mano de un cambio de actitud respecto al respeto de las normas de transito.

Sea si vas a pie o bajas de un bus están expuesto a que "un animal" al volante de uno de estos vehículos menores te atropelle o porque va en sentido contrario del tráfico, se subió a la vereda en un scooter o se metió entre la vereda y el bus estacionado para que desciendan pasajeros.

Si bien hay normas que obligan a estos irresponsables, que no son pocos, no se cumplen. Cuando se quiso limitar a un solo pasajero en una moto lineal, muchos saltaron hasta el techo por múltiples razones ("llevo a mi hijo al colegio, trabajo con mi esposa despachando pedidos, etc".

De vuelta caemos al reclamo de nuestros derechos pero nadie habla de los deberes cuyo incumplimiento no solo representa transgresiones a las normas sino costos económicos y lo peor de todo que es la pérdida de vidas humanas y la ruptura del Estado de Derecho y por ende de la convivencia pacífica.

A diario vemos accidentes, intervenciones policiales y cosas tan absurdas como empleados de la ATU  "cuidando" que otros buses no ingresen a las vías exclusivas de los corredores por donde circulan los buses autorizados, las cuales son señaladas con bloques plásticos. Lo más reprobable es que los infractores no son solo combis o colectivos piratas sino hasta caravanas de "autoridades", con "libres" incluídas. Ya es el colmo.

El cumplimiento de las normas, de todo tipo, no pasa solo por el temor a las sanciones, que pocas veces son hechas efectivas, sino al intrínseco respeto a ellas y eso se logra con la educación desde niños, primero en los hogares y luego en las escuelas, algo que también se ha perdido lamentablemente. Entonces ¿qué queda? Normas y sanciones drásticas, que se cumplan sin contemplaciones sea un alto funcionario o un simple  ciudadano quienes incumplan algo tan simple como respetar una luz roja.

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