Quienes nacimos en los años 60s vemos con añoranza una época en la que crecimos felices aún con estrecheces y sin las facilidades que hoy brinda la tecnología, por citar adelantos que hoy posibilitan una vida más cómoda.
Pero qué de una familia más unida, más valores y un espíritu más templado. Por cierto todo ello se extraña y explica también por qué vivimos una sociedad donde prima más "qué tenemos a qué somos".
¿Un joven nacido con el nuevo milenio podr vivir en los años en los que se escribía las tareas con una máquina de escribir, uno se enteraba de las noticias al día siguiente de ocurridas o se veía Trampolín a la Fama en un televisor en blanco y negro?
Nuestros coetáneos supieron sobreponerse a muchos desastres desde el primer gobierno del Belaundismo, el Septenato Velasquista y los trágicos años 80s. Vivimos la escasez, las interminables colas para comprar productos de primera necesidad y los años del terrorismo comunista. En aquellos días cualquier cosa podía pasarnos y quizás no regresar vivos a nuestras casas.
Tras muchos años volvemos a sentir las angustias de un Perú en crisis producto de 21 años de corrupción e incapacidad (con un intervalo entre el 2006 y el 2011). Sin embargo pese a todo los jóvenes aún no se "han enterado" que todo lo avanzado se podría perder al punto que nuestro futuro cercano tendrían que mirarlo en "el espejo venezolano o cubano". ¿Se habrán enterado que de pronto podrían dejar de tener acceso al internet o quizás olvidarse de la posibilidad de vivir en libertad?
Un ejemplo de la nube en la que viven muchos jóvenes lo vemos quienes marchamos contra el corrupto Castillo y al lado nuestro hay jóvenes haciendo coreografías musicales como si nada pasara.
Acaso tendrá que suceder algo para que se cumpla el dicho "nadie valora algo hasta que lo pierde". Lamentablente no solo tendrán que pagarlo los que no hacen nada para luchar por un Perú mejor sino todos. Los que puedan buscarán una salida personal y la gran mayoría tendrá que aguantar el oprobio de vivir en un país de esclavos.
Sin embargo pese a lo negro que se ve el futuro seguimos creyendo que nada está perdido. Somos un país bendecido por ser lugar de nacimiento de santos y de gente buena. Cuando creamos que no hay salidas, surgirá un futuro mejor por la gracia de un Hálito Divino, pero como dice el dicho, "a Dios rogando y con el mazo dando ". Actuemos ahora, mañana será tarde¡