En la antigüedad la sal era un importante producto con el que se pagaba por el trabajo efectuado (de ahí viene la palabra salario). Con el tiempo en los momentos más álgidos de la crisis a mediados de los años 40s, en el Perú era vendida en estancos siendo motivo de un monopolio estatal que sirvió para que algunos se llenaran los bolsillos. Aún en tiendas o locales antiguos de algunos distritos podemos ver un letrero que indica que ahí existía un estanco de sal.
Recuerdo también que en mis años de niñez la sal era comercializada por el Estado a través de la Empresa de la Sal (EMSAL), una de las tantas empresas estatales "gracias" a las cuales el Perú se fue al hoyo en los 80s, época que añoran algunos para dar empleo a sus allegados.
Quienes sabemos cocinar y en general los que "saben comer" tenemos presente que sin la sal ningún plato puede ser de buen sabor. Pese a que un plato puede ser rectificado si no echamos la necesaria sal en su preparación; sin embargo no es suficiente. La sal hay que echarla en los diferentes momentos de la preparación y cocción de un plato por lo que "la rectificación" no soluciona completamente el error inicial.
Hoy en día (y gracias a una economía libre) podemos encontrar diferentes tipos, variedades y marcas de sal, incluyendo por cierto la afamada Sal de Maras. ¿Sabrán ello aquellos amantes de una economía controlista? Claro que sí. A ellos no les importa estrechar el cinturón del pueblo siempre y cuando ellos tengan de todo en su mesa; sino preguntemos a los sátrapas comunistas o aquellos que "les pica el ojo" pero concurren a Vivanda u otras tiendas gourmet.
Y si la sal es indispensable en la cocina; la vida requiere también de "sal" para poder ser vivida . Cada quien usamos diferentes tipos de "sal"; vale decir leer un buen libro, pasear en un parque con trinos de aves, viajar, tomar una copa con los amigos, hacer una obra de bien o simplemente gozar del silencio.
Sin la sal un plato nunca podrá ser apetitoso y la vida nunca será plena si no le "echamos nuestra sal preferida".
Sin la sal no hay motivación a lo que hacemos. Buen día sábado
ResponderBorrarEn estos tiempos la sal de muchos es salir a protestar a las calles.
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