A once días del nacimiento de Dios hecho Hombre es bueno recordar que esta celebración no está representada en regalos, ni en una opípara cena y menos en una bien regada Noche Buena.
En un mundo que transcurre a velocidades nunca antes vistas conviene recordar que la Navidad es un abrir de nuestros corazones para recibir la Buena Nueva, el nacimiento de Jesús del vientre de una Inmaculada Vírgen María. Ello nos hace recordar la esencia del Credo, la aceptación y creencia de hechos muchas veces no entendidos y es ahí donde obra nuestra Fe.
La Navidad nos trae alegrías, recuerdos y también tristezas por las personas cercanas que están lejos o ya no están. Es una época de compartir con generosidad (somos más cuando damos que cuando recibimos). Sin embargo el dar no necesariamente tiene que ver con cosas materiales, damos también -y sobre todo- afecto, un consejo o un consuelo en momentos quizás inimaginados.
Pero más allá de ello, particularmente hay algo muy simple que para mí nunca debe faltar en una Noche Buena y ello es escuchar Villancicos, los clásicos de la Ronda de Navidad del Colegio Manuel Pardo de Chiclayo. Hará unos días hablé con varias personas que trabajan en el supermercado Candy de Magdalena, en diferentes puestos, y con todos coincidí que lo que yo creía respecto a los villancicos era algo más general de lo que suponía.
Aquello me hace recordar mi infancia, feliz pese a estrecheces en un hogar donde había amor. Hoy esos recuerdos forman parte de lo que trae "nuestra maleta" con la que hemos recorrido la vida y que nos ayuda a sobrellevar problemas, penas y decepciones pero por sobre ello nos incentiva a fortalecer nuestra (pequeña) lucha por un Perú mejor escribiendo en este blog.
Finalmente, cuando llegue el momento no digamos "felices fiestas" sino Feliz Navidad, pues ésta no es una "fiesta" cualquiera sino la Celebración de la Cristiandad y tiene nombre propio.
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