lunes, 1 de julio de 2024

¿QUÉ APLAUDIMOS?

 


Vivimos momentos dramáticos para nuestro País. No tenemos objetivos claros, la anomía prima, no promovemos valores y agendas aberrantes y de muerte intentan ser impuestas por una minoría que dice "defender derechos" pero que no respeta los de la mayoría.

Decenas de respetables (y no) pretenden vendernos recetas y propuestas pero no queda claro qué pretenden que sea el Perú de aquí al 2050 y eso es lo mínimo que debemos exigir aunque para esa fecha quizás ya no estemos con vida.

Es hora de pensar que los intereses de nuestra Patria están por encima de los de pequeños grupos e incluso de solo algunos; algo que se refleja en mezquindades tan poco importantes pero que son pan de cada día.

Un par de casos de esto último han sido la pretensión de dos casi ex futbolistas; uno que quería ser "el goleador peruano en la Copa América" y el otro "jugar su centésimo partido por la selección". Para ellos estaba por delante lograr metas particulares sin importarles que si con ello contribuían o no al logro de objetivos de la selección de fútbol, a la cual fueron convocados por un irresponsable  entrenador sin tener méritos deportivos actuales.

Aquí no importó que uno tuviera más de cuarenta años y no estuviera en una buena forma futbolística y el otro que no jugara hace ocho meses un partido en forma oficial.

Qué podemos pretender inculcar valores cuando se "premia" la indisciplina y menos exigir que se respete la meritocracia cuando se hace jugar a alguien que "ya no está para estos trotes" como escuché -con suma vergüenza- decir a un periodista nicaragüense.

Habrá quienes digan que referirse a estos "jugadores profesionales" es poco trascendente y menos importante y quizás tengan razón, pero vayamos más allá. Situaciones como éstas terminan influyendo en el sentir ciudadano.

El mensaje que se capta es que importa poco ser respetuoso y disciplinado y menos aún que la meritocracia sea un valor que prime en la Sociedad; así como la entrega, lealtad y compromiso a la hora de cumplir; sino recordemos cómo el entrenador de la selección no tuvo empacho alguno para no respetar su palabra empeñada o cómo "el capitán del futuro" (sic) abandonó el barco de la selección porque "pensaba en su futuro". ¿ Pensó en el futuro de millones cuando promovió al filosenderista Castillo? 

Estos cuatro -al parecer- vanales "ejemplos" terminan no siéndolo, más aún tras el desastroso papel de la selección de fútbol y el sinsabor que deja en millones de aficionados  y que finalmente reflejan la crisis moral de nuestra Sociedad.

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