jueves, 14 de marzo de 2019

LANZAMIENTO DE CUENTOS: VENCEREMOS

Uno de los diez cuentos de la serie VENCEREMOS que lanzaré el 30 de abril vía digital.






MALDITO CHICHARRON

John Table era un tigre con las finanzas. Los cálculos financieros era su fuerte y con ello se ganaba un adicional a su sueldo en el banco donde trabajaba. Pero su habilidad con las finanzas no estaban avaladas por una actitud ética. A Table no le importaba si sus clientes ganaban o perdían. El cobraba su comisión y lo demás era lo de menos.
Su vida pasaba entre sus horas en el banco donde no producía nada importante y los ratos en que negociaba con los representantes de financieras informales como Refisa o Clae para mover el dinero que le encargaban incluso sus propios compañeros de trabajo.

Su suerte cambió un día que se encontrócon un amigo del Rímac, Joaquín Bermúdez. Ellos habían militado en Vanguardia hasta los 23 años, hasta que John prefirió los verdes del Tío Sam.
Aquel día John se enteró que Joaquín tampoco mostraba mayor interés por la militancia, algo que le llamó la atención. Al despedirse, John le alcanzó una tarjeta personal y le dijo que si sabía de alguien que quisiera mover un dinero, le pasara la voz. Eran épocas difíciles.
Joaquín le miró con detenimiento y dijo que aunque él no creía en eso, creía que ese día se le había presentado la Virgen. Le preguntó si tenía tiempo pues quería hablar de negocios.

John y Joaquín entonces se fueron a Don Pedro, bar de los bancarios frente al BCR y se ubicaron en una de las mesas del fondo. Ahí Joaquín le habló de un negocio grande. Necesitaba mover 5 millones de dólares, nada menos. Los clientes querían discreción y alguien de confianza y al parecer él era ése, pensó John.
Quedaron en viajar juntos a Tarapoto para conversar con el “hombre” y así fue. John pidió permiso por una semana en su trabajo “oficial” y enrumbó al nororiente peruano junto con Joaquín. El encuentro no fue en la ciudad como él pensó. Luego de una dura travesía que incluyó hasta una dura caminata en el monte, al fin llegaron al punto de encuentro.

Joaquín le alertó que todo eso era “top secret”. Los cumpas no perdonaban a los que les fallaban. “El fondo del Huallaga está lleno de traidores”, fue una clara advertencia.
Al llegar, se encontró con el camarada Pedro, líder de la sanguinaria banda del MRTA, que había hecho de los secuestros a empresarios adinerados, su mayor fuente de ingresos. Lo demás eran pretextos.
Al salir de aquella reunión, John se repetía para sus adentros que esta era su oportunidad. 5% por colocar los recursos era mejor que el “sueldo pacto” que recibía cada año por el Pliego FEB.

John debía informar periódicamente a Joaquín sobre las utilidades de las inversiones hechas; pero había un detalle, Joaquín era quien lo contactaría cada vez que fuera necesario. Así fue durante casi un año. Todo marchaba bien hasta que no volvió a saber de él. Al principio no le llamó la atención pero pasaron varias semanas; hasta que un día yendo al banco se sobreparó en un kiosko en la esquina de Ica con Camaná donde siempre leía las noticias que aparecían en las primeras planas de los diarios que colgaban. Una noticia le llamó la atención. La primera plana del semanario Cambio, órgano oficioso del MRTA se refería a la “masacre de Molinos”. Una foto grande ilustraba la nota y ahí pudo distinguir la cara de Joaquín en primer plano. Una cara inconfundible por una enorme verruga que colgaba de la nariz.

John nunca más tuvo contacto. Al tiempo caía toda la cúpula del grupo terrorista y de pronto se convirtió en dueño de más de 6 millones de dólares, monto que había logrado gracias a sus hábiles movimientos financieros.
Pasó el tiempo y todo el dinero lo trasladó al floreciente CLAE. Si Carlos Manrique podía ser presidente, que duda podría haber para desconfiar del floreciente banquero de inversión.

John Table era ahora todo un potentado. Ese sábado como todos los sábados iba a tomar desayuno a Don Pancho, una de las cafeterías de moda en la capital. Pidió su café y un contundente pan con chicharrón.
Se llevó a la boca el enorme pan y comenzó a mascar un buen bocado cuando de pronto la TV emitía un flash de último minuto. CLAE había sido intervenido y todas las operaciones congeladas.

El trozo de chicharrón se convirtió en una trampa mortal. No podía respirar. La gente solo sintió la caída del cuerpo inerte de Table. Su camino al infierno había empezado.

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