sábado, 23 de marzo de 2019

¿DONDE LUCHO O DONDE MARIO?


1977 fue el año que concluímos la secundaria y el inicio de una nueva etapa de nuestras vidas. Fines de los 70s también fue la época de la música Disco y las fiestas con luces a colores. Fue el inicio de las primeras fiestas, del descubrir y experimentar.

Fueron los años de los primeros Marlboro, More o Dunhill y de los “preparados” y la Guinda Huaura.
Esperábamos los fines de semana para ir a las primeras fiestas. ¿Dónde Lucho o dónde Mario? Era la pregunta que hacíamos para ver a dónde ir. Ambos fueron compañeros del colegio y amigos de toda la vida  y eran quienes organizaban las fiestas alternadamente.
En aquellas épocas las fiestas empezaban entre 8 y 9 de la noche y terminaban para mí al menos a medianoche.

Eran las fiestas con música de “Saturday Night Fever”, Grease o “Love Hurts” Nazareth. Los primeros acercamientos con el sexo opuesto se daban en los bailes “lentos”, tan impersonales como furtivos.
Los que siempre compartimos esas fiestas eran los dueños de casa, Mario y Lucho; el eterno Abuelo Carlos; las siempre guapas Paty, Melba, María Teresa e Ivonne así como Rocío, hermana de Mario y las primas de éste María Elena, Giovana y Liz. También iban a estas recordadas fiestas Miguel, Ivo, Bertha, Lalin, Tito y Mito y otros más que la memoria ya no recuerda sus nombres.

Eran otros tiempos y otras formas con las que los jóvenes se interrelacionaban y con las que reafirmaban su personalidad en formación. El pelo largo y la moda de los zapatos con plataforma o pantalones palazos eran formas cómo los jóvenes establecían sus primeras barreras y reclamos.
Años después volvimos a encontrarnos con Paty y Melba con el mismo cariño con quienes compartimos nuestras primeras ilusiones, experiencias y respeto. Parecía que el tiempo no había pasado. Con Mario siempre nos vimos y Lucho lamentablemente dejó de participar con nosotros. El Abuelo Carlos se fue a Chile, donde hoy reside. Nunca olvidaremos sus pases de baile “a lo Travolta” ni sus ocurrencias siempre ingeniosas.

Fueron los “años felices” de nuestra adolescencia, de las promesas de un mundo mejor, de los planes de vida que se cumplieron en algunos casos y en otros no.

A todos los mencionados y aquellos cuyos nombres hemos olvidado nuestro cariño eterno. Los momentos vividos, nunca olvidaremos. Estos recuerdos nos acompañarán siempre y nos ayudan a pasar algunos malos ratos que nunca faltan.

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