¿Cuáles son los ingredientes de las empanadas de carne
o pollo?
Algunos seguro empezarán a enumerar la
harina, los huevos y toda lista de los mismos; pero a contrapié les diré que
esos no son los principales. Paso a indicarles cuáles son ésos.
Ya lo hemos
dicho anteriormente. Uno de ellos es la
paciencia. Nada se hace apurado. Todo tiene sus tiempos y plazos que
cumplir. Si nos dicen que debemos amasar tantas veces la harina con los huevos;
así debe ser. Nada de acortar plazos porque “ya me cansé”.
Otro de los
ingredientes es la experiencia y con
ella se obtiene entre otras la precisión del maestro. Si la receta dice que hay
que ponerle una cucharadita de tal cosa. Así debe ser. Ni más, ni menos. Si se
debe freir el relleno tantos minutos, ni un minuto más que lo recocine o nada
menos que lo deje tan crudo que ni con la horneada posterior llegue a estar
adecuadamente cocida.
La generosidad es otro de
los ingredientes necesarísimos. Salvo que no tenga recursos, compre lo mejor.
No haga falsos ahorros; pero sí debe comprar ingredientes más baratos, recuerde
que los resultados no serán los mismos. Ningún “amarrete” es buen repostero o
podrá hacer buenas empanadas.
Nunca volví a comer empanadas más ricas que las
preparadas por mi Mamá Ana. En las reuniones
familiares era lo primero que se acababa. Y más de una prima quería “robarle”
la receta. Alguna vez, una de ellas le pidió formalmente los ingredientes y mi
madre accedió sin egoísmo alguno, dándole las indicaciones para su preparación.
Recuerdo algunos:
amase tantos minutos la harina
previamente cernida tres veces; ponga la margarina enfriada; después de
preparar la masa, enfríela tantos minutos en la refrigeradora; caliente tantos
minutos el horno antes de hornear; déjalas descansar en el horno y sáquelas
luego a los tantos minutos y también por qué no decirlo, “el tamaño de las
empanadas debía ser el mismo en todos los casos a fin de que se horneen en
forma pareja”.
Mi madre siempre decía que ni su amasador ni los
cernidores debían ser mojados, sino limpiados solo con harina. Así mismo
precisaba que no debía dejar mezclar en la masa una sola gota de clara de
huevo; y así otros tantos “secretos”.
Mi prima al día
siguiente fue donde mi mamá con unos “remedos” de empanada que había hecho
supuestamente con los consejos de mi Madre. Y le dijo, “tía creo que no me has
dado algunos secretos”. Evidentemente esas “empanadas” no eran ni una pálida
imitación de las hechas por mi Madre. Ella
muy tranquila le respondió, “ hija, te he dado todos los secretos pero lo que
no te he dado son mis manos”. Claro, ahí estaba “el secreto faltante”, pero
también el fiasco de mi prima se debía a
que no había seguido rigurosamente las indicaciones. Cuando mi madre se refería
a “sus manos”, claro está se refería a su experiencia. Recuerdo que ella
amasaba y batía a pulso y no con nada eléctrico. Sin embargo con el tiempo se
compró algunos instrumentos marca Oster que a entender de mi madre eran los
mejores.
Finalmente no quiero dejar de decirles un último
ingrediente, secreto a la vista de algunos pero no de quienes la queríamos. El
gran ingrediente que llevaban las empanadas de mi madre (y no solo eso sino
todo lo que hacía) era el amor con el que hacía las cosas. Nada se pudo comparar con ello.
A su muerte,
ella me legó su recetario. Alguna vez hice las empanadas. Me salieron bastante
bien pero algo faltó. Claro¡ Faltaron las “manos de mi madre Ana”.
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