El pasado fin de
semana, el hasta hace poco más importante partido político del Perú tuvo un
encuentro de sus legisladores donde participaron un poco más del 40% de ellos
para evaluar lo hecho hasta hoy y plantear nuevos rumbos.
No está mal que
se quiera enmendar rumbos. Es necesario no solo para Fuerza Popular sino para
la propia democracia y la gobernabilidad. Sin embargo la lectura de la realidad
hecha no parece ser la correcta y menos está claro qué rumbo se tomará en estas
borrascosas aguas en las que navega el gobierno del Presidente Vizcarra.
La disyuntiva no
es si legislar o fiscalizar y menos aún en medio de una necesaria agenda
anticorrupción, de necesidades de millones de pobres insatisfechas o de cara al
Bicentenario, Tampoco vemos en Fuerza Popular un partido con instancias
intermedias que digan algo en esta coyuntura y menos dirigentes activos que no solo
estén ocupando una curul, cómo si la política se redujera a la tarea
parlamentaria. Si fuera así, Víctor Raúl Haya de la Torre nunca hubiera sido un
personaje trascendente a lo largo de casi 50 años de vida activa. Tampoco
entendemos la pasividad con la que se afrontan decisiones importantísimas
cuando la urgencia apremia.
Vemos también
con preocupación la ausencia de un capitán que haya tomado el mando ante la
injusta detención carcelaria de la lideresa Keiko Fujimori. El principio que
dice “el comando nunca muere” lamentablemente no parece estar vigente en el
partido naranja. La verdad ya no sabemos quiénes son los que lo dirigen tras la
renuncia de varias de sus cabezas que asumieron el mando en diversas
instancias. Tan solo vemos a un vocero como el Almirante Tubino que por más
buena voluntad que pone, no alcanza para cubrir su inexperiencia política.
Es hora que de una
vez por todas se entienda en Fuerza Popular que es necesario un norte claro y
que lo imperativo que significa de una vez por todas tener una propuesta
ideológica. No sabemos qué es Fuerza Popular; si es derecha popular, centro
derecha o un barco a la deriva.
Es inconcebible
que en el mencionado cónclave se haya tenido como “capacitadores” a un
conspicuo caviar o a un respetable ex gobernador regional pero que no
representan para nada al fujimorismo.
El camino es
reconstruir lo qué fue el fujimorismo. Mientras no se entienda esto, poco o
nada avanzaremos. Más bien terminaremos siendo aquel barco fantasma que alguna
vez alojara a cientos de viajeros y en donde ahora solo se escuchan los
chirriares de sus oxidadas estructuras.
Entre tanto pase
esto, millones de electores que votaron por Fuerza Popular desviarán su mirada
a otras opciones, muchas de las cuales incluso dañinas para la viabilidad del
Perú como País. Ya esto se ve en las ínfimas convocatorias para marchas en
favor de la libertad de Keiko Fujimori o del respeto al Indulto del Presidente
Fujimori o en los pocos miles de afiliados que tiene Fuerza Popular.
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