“Cómo acomoda Comodoy” decía Pocho Rospigliosi y Augusto Ferrando
gritaba; “Comodoy te regala..”. Los dos más escuchados espacios en la radio
y en la tv de los 70s y 80s propalaban publicidad de una de las más grandes
empresas fundadas por un peruano. Me estoy refiriendo a Comodoy y a Don Roberto Doy Sakuray, un nikkei de padres japoneses
que vinieron de Fujinomia y se asentaron en Los Barrios Altos donde nació Don
Roberto.
El padre de Roberto Doy murió a
temprana edad dejándolo al mando de una pequeña tienda de muebles y con los
sueños truncos de ser médico. Nos quedamos sin un seguro brillante médico pero
el empresariado peruano ganó a un puntal que creó puestos de trabajo y una
serie de líneas de productos para el hogar exitosísimas.
Al inicio, sus famosas camas se
pensaron para usarse en el camping como se hacía en México pero fue un
brillante marketero chileno quien le sugirió que sus camas fueran para la casa,
para los huéspedes que se alojaban por algunos días y que por su versatilidad
podían ser guardadas fácilmente mientras no se usaran.
Así fue. A las camas siguieron
muebles para el comedor, la cocina e incluso para la sala. Don Roberto junto con su hijo Gerardo crearon una red de tiendas a
nivel nacional con una estrategia de ventas innovadora que les permitió
alcanzar niveles de ventas extraordinarios.
Comodoy fue quizás la única marca peruana que era usada genéricamente
por el consumidor; vale decir que cuando se pedía una cama del tipo que
ellos fabricaban se decía “denme una
Comodoy” tal cual muchos consumidores piden un Quaker, una Gillete, una
Frigider o una Ña Pancha, cuando desean avena, una máquina de afeitar, una
nevera o un detergente.
Don Roberto es un hombre de gran
corazón que colaboró activamente cuando la Patria lo requirió en la Campaña de
la Cordillera del Cóndor o cuando fue requerido para donar camas para un
albergue de niñas maltratadas; por citar dos casos.
Hoy en día ya en el retiro, los
trabajadores que laboraron con él, sus clientes, proveedores y todos aquellos
que lo trataron alguna vez lo recuerdan con afecto y respeto. Roberto Doy fue un visionario y una empresario que hizo del día a día la universidad donde se graduó con honores. Creando riqueza y bienestar.
Comodoy con el tiempo dejó de
existir pero quedó grabada en la mente de los consumidores y un cartel
publicitario inmortalizó la marca en una brillante fotografía donde sirve de
fondo de la celebración de un gol de Juan Carlos Oblitas en la Copa América del
año 1975.
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