Se cumple 120 años de la primera
ola de inmigración japonesa al Perú. Grandes hombres descendientes de ellos han
destacado en diversos campos como la artista Tilsa Tsuchiya, el ingeniero Julio
Kuroiwa, los chefs Rosita Kimura, y Humberto Sato, la poetisa Doris Moromisato, el economista Gustavo Yamada,
los empresarios Hiraoka, Miyazato, Yoshimoto, Furukawa, Doi, Maruy entre
tantos, el Sensei Masatoshi Oshiro, por citar algunos. No solo citaremos a los
conocidos sino también a los anónimos que invirtieron su tiempo y recursos en
pequeños restaurantes o se dedicaron a la agricultura en los valles de Cañete y
Huaral, principalmente. Mención especial a Gerardo y Pedro del antiguo bar El Directorio.
En la escuela primaria tuve dos compañeros niseis, José Luis Orikawa y Julio Morikawa y en
la secundaria, Pablo Akatsuka, Augusto Higaki, Syghio y Miyagi. En la universidad
estudié con el citado Yamada así con Lidia Adachi, Galdys Umemoto, Katty Tomita,
Mario Akamine y Nina Saito. En todos ellos pude apreciar su persistencia, dedicación, laboriosidad, respeto y otros valores, característicos de esta “colonia”.
Ya más grande conocí el trabajo
del Sensei Tanaka en la Asociación de Karate Peruana Japonesa (AKPJ) del estilo
Shotokan donde forjó grandes campeones como Gonzalo Platero, Renzo y Gonzalo
Valencia, Gonzalo Bravo, Nanci Chiroma, Elsa Portaro y Alejandro Roca. También el trabajo de otros maestros del Karate como Sensei
Kokubo (Goyu Ryu) y Shinzato (Shorin Ryu) y el Sensei de Aikido Michio Kanai.
Siendo alumno del Sensei Tanaka
pude comprobar el significado del espíritu marcial japonés. Practicaba con un
muchacho de 16 años y nos quedábamos luego de las clases mientras los alumnos
avanzados hacía una “clase especial” con Tanaka. Un día el Sensei “invitó” al
muchacho a la “clase especial”en la cual hizo “kumite libre” (pelea) con él. Ya
se imaginarán cómo quedó el muchacho al término de unos 40 minutos. Eso fue una
prueba de valor que debió pasar el muchacho, la que al superarla le permitió
acceder a ser parte de una élite a la cual el Sensei Tanaka le prestaba
especial atención.
Lo sucedido me hizo entender algo
mejor la mentalidad bastante diferente de los descendientes de japoneses. Claro
está muchos siendo tales no mantienen las costumbres y respeto a sus ancestros
pero los que conocí luego como María Elena Gonzalez Tanaka, Rolando Young, Miguel Yagui, Ricardo Toyama, Charo Masuoka, las hermanas Sueko y Reiko,
Noriko Tanaka, Hiroko Chikiya, Jaime Sobero Taira, Charo Kimura y muchos más sí tenían esas formas de actuar.
Mención aparte citaré al Presidente
Alberto Fujimori, descendiente directo de padres japones, quien fue el reconstructor del Perú tras el
debacle de los años 80s, el que se inició con el primer gobierno del Presidente
Belaúnde.
Así como miles de japoneses
vinieron al Perú, otros tantos fueron a trabajar al Japón en los 90s; muchos de
ellos descendientes de japoneses y otros “descendientes truchos”, quienes en
algunos casos nos dejaron mal parados con sus actos deshonrosos.
El Karate me posibilitó aprender
algo más sobre esta gran nación y también de su comida como el Yakisoba, las sopas Udon y Ramen, el
Yakimeshi, los Makis, el dulce Yukameshi, el Tempura, la cerveza Sapporo, el Sake y otras delicias, algo que
también tiene mi “hermana” Irina, gran consumidora sobre todo de Makis.
Un gran reconocimiento a la
colonia japonesa quien con su trabajo silencioso pero fructífero ha contribuído
con el Perú desde el Centro Cultural Peruano Japonés, la Clínica Centenario y
el Policlínico Peruano Japonés.
Foto: Sensei Yasutaka Tanaka
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