“Un dolor entre dos es menos atroz” dice un dicho antiguo. Siempre
necesitamos el brazo y consuelo amigo para pasar los sinsabores e infortunios
de la vida.
Confiamos en nuestros amigos y en
los que dicen serlo y algunas veces somos
traicionados.
Algunos dice que “si uno quiere
que un secreto lo sea, que no lo cuente ni a la almohada”. Quizás sea un
llamado pertinente pero no siempre lo es . Hay gente leal y amiga que no nos
fallará nunca.
Lo cierto es que hay que saber
escoger a nuestros amigos, algunos de esos que se llaman tal lo son por alguna
conveniencia pasajera.
Las traiciones se pagan y quienes
las cometen merecen nuestro desprecio.
Las perdonaremos a veces pero nunca olvidarlas. “ solo una vez capan al gato” dice un dicho.
Pero qué decir de las
filtraciones de carpetas fiscales que deberían ser confidenciales y que
aparecen en algunos medios “interesados” para sembrar mentiras y alimentar
odios. ¿Qué hacemos con aquellos miserables que filtran fotos de difuntos y
peor aún a ésos que las difunden?
Vivimos un país convulsionado,
donde el respeto por la vida, por la verdad y por los derechos de los demás no
vale nada.
¿Cuándo veremos verdaderas
acciones fiscales que acusen a esos miserables y jueces que los sentencien en
el marco de la ley y del respeto de los derechos conculcados?
Ya es hora de guardar secretos
que nos confían, que seamos leales a los amigos y a la verdad. Basta de
autoridades que promueven el odio y la mentira. Lo único que están haciendo es
abonar un sendero por el que caminarán los que quieren cosechar la destrucción
de nuestra sociedad; entre ellos, los promotores de la agenda aberrante (que
dicen que no existe) pero que ya se demostró de qué se trata (la
hipersexualización en la enseñanza de niños y jóvenes, por ejemplo).
Así como el accionar de los
enemigos de la Fe, de la Vida, de la Familia y del Orden Natural no para; así
tampoco debe parar la defensa de ello. No transigir con la mentira, el odio y
las aberraciones. Basta de fomentar la destrucción de la sociedad promoviendo
la promoción del consumo libre de drogas, tampoco el atentado contra el ser
humano no nacido y menos ser cómplice de proyectos terroristas. Qué el
Ministerio de Cultura no siga financiando y promoviendo “películas
complacientes”; que el Ministerio de Educación y todo el Estado no promuevan
Políticas Públicas aberrantes y que los altos dignatarios de nuestra Iglesia
Católica no sean cómplices del mal con posturas laxas y cercanas.
Basta ya¡
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