Vuelvo a apelar a recuerdos de mi
viaje a Alemania para graficar la importancia del buen funcionamiento de las
instituciones en una sociedad, sean de importancia mayor o menor.
En las primeras semanas no sabía
de la importancia que tienen los paraguas y la institución encargada de dar el reporte
meteorológico hasta que un buen día me agarró una lluvia descomunal. Esa misma tarde me compré un paraguas y a
partir de ese momento lo llevaba conmigo a donde saliera.
Un buen día un compañero de
estudios me preguntó por qué traía el paraguas conmigo y le contesté que para
protegerme de la lluvia. Fue entonces que este amigo me preguntó si no
escuchaba el reporte del tiempo antes de salir. Y era cierto, todos o la gran
mayoría lo hacía y éste coincidía plenamente con la realidad. A diferencia del
SENAHMI, no fallaba.
De igual forma, así como el
reporte del tiempo, la justicia tampoco fallaba. Era totalmente predictible y
justa. A nadie se le ocurriría imaginarse un “sistema de justicia” como la
peruana y menos pensar que alguien puede ir a la cárcel “preventivamente” sin
siquiera tener acusación fiscal.
Como dijimos la vez pasada, solo
una sociedad desarrollada ofrece garantías sea para protegerse de la lluvia
como de los infractores de la ley; así como brinda educación de calidad, acceso
a un sistema de salud oportuna y eficiente hasta infraestructura que permita
tener calidad de vida óptima.
Sin embargo valga la atingencia,
en países como Alemania también hay problemas y prensa de dudosa calidad al
punto que el diario más leído es Das Bild, un diario al estilo la prensa basura
de aquí. En “todos lados se cuecen habas”. Sin embargo y a pesar de ello,
Alemania camina.
Cuándo será que pesar de la
prensa diaria que tenemos (con la excepción de Expreso) el país funcionara y no
existiera el clima crispado por el odio y las mentiras. Miles de peruanos se
paran en los kioskos y se “informan” (léase, envenenan) con titulares muchas
veces engañosos llenos de sangre y escándalos. Desgraciadamente nuestra
sociedad es reflejo de esos titulares que en vez de formar e informar, deforman
y desinforman.
Es el colmo de ciertos
periodistas pontifiquen sobre “la verdad y la moral” cuando en los mismos noticieros
donde trabajan los titulares y noticias “principales” dan arcadas.
¿Alguna vez las empresas
anunciadoras quitarán sus auspicios a programas basura o el Estado dejará de
malgastar en publicidad innecesaria a la que muchos llaman con el apelativo de “mermelada”?
Ya es hora de “cambiar el chip” y
transformar nuestra sociedad.
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