Un opinólogo, con temor, escribió
no hace mucho sobre lo que él creía que estaba pasando, vale decir que “los
conservadores estaban buscando un candidato que los represente”. ¿Y por qué no?
Claro está que en la mente de
este caballero, ser conservador es ser “de lo peor”. Para él y la minoría que
representa, hay que ser progresistas o sea estar contra la vida, el orden
natural, la familia y otros valores que no son promovidos por una gran mayoría
de peruanos. Por largo tiempo, esa minoría, a través de una mediática campaña,
ha intentado imponer una agenda “políticamente correcta”, no solo desde la
sociedad sino enquistados en el Estado, como por ejemplo en el Ministerio de
Educación.
Está claro entonces que tenga
pavor que una mayoría de peruanos se identifiquen con una opción política que
abiertamente defienda una forma de convivencia social y por tanto, un estilo de
vida. Hasta el momento lo que hay son diversas propuestas políticas pero que
tienen en sus filas a “quintacolumnistas” que con el pretexto de “votos de
conciencia” socaban desde dentro cualquier propuesta que busque promover una
sociedad justa y con valores. Políticos en todas sus variantes se han
infiltrado; desde los llamados “cristianos de izquierda”, los “caviares” liberales,
los “confundidos” que promueven el liberalismo económico pero que van de la
mano con quienes pretenden legalizar la producción de drogas, promueven el
aborto, el matrimonio entre dos seres humanos del mismo sexo y otras propuestas
enarboladas por sectores de izquierda ultra.
Ante este panorama, por qué no
pensar en una propuesta seria de cara a las elecciones del Bicentenario. Frente
a aquellos que quieren estigmatizar una opción conservadora, es bueno decir,
ante todo, que una propuesta con esa orientación busca ante todo conservar lo bueno; preservar la vida y
la familia; promover una sociedad justa y una democracia “de verdad”; una
economía que fomente la libre empresa que demande empleos de calidad y una
educación en valores con la que se pueda combatir la corrupción enquistada en
la sociedad; entre otros objetivos.
No pretendemos promover una
opción confesional pero sí somos conscientes que una sociedad sin Fe ni
principios es presa del avance de su autodestrucción, promovida por los mismos
que buscan el atraso, la pobreza y fomentan propuestas aberrantes pues ellos
saben que éste es el camino hacia el descalabro. No nos debe extrañar que
aquellos que buscan esto confluyen en las mismas propuestas con el apoyo de
tontos útiles o cómplices asolapados.
No nos debe extrañar que sean los
mismos que hablan de “derechos humanos” y se pusieron de costado cuando se
combatió el terrorismo genocida o luego fueron los más alocados promotores de
la persecución de los militares y policías que combatieron en nombre de la
sociedad. Son también los mismos que asumen agendas mal llamadas “ecologistas”
con el fin de fomentar la pobreza o aquellos que fueron cómplices de la
corrupción en los últimos 20 años. Algunos reaparecieron fantasmalmente con
cara de oenegeros financiados desde el extranjero y otros se encaramaron en las
opciones ganadoras del momento para representar a la partidocracia, responsable
de la peor crisis social, política y económica que se engendró en 1963 y
explotó en los años 80s.
No queremos aún promover a nadie
en particular pero ya es momento de que se entienda que la lucha por el poder
pasa primero por una opción principista y claro está, de un candidato que
refleje esa opción.
Basta de falsos “éticos, transparentes
o referentes morales” y por supuesto no a los “liberales” que caminan como
caviares, piensan como caviares, hablan como caviares y escriben como caviares
pero se autodenominan “de derecha”
porque dicen defender las “libertades económicas” (¿y el toma y daca
mercantilista también?).
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