viernes, 21 de agosto de 2020

MORALIZACION A FONDO

 

Vivimos días de vergüenza. Qué duda cabe. La corrupción de los “éticos y transparentes” es poco con lo que la realidad muestra.

Los delincuentes y sus cómplices fingen estar “indignados” y usan todo su poder mediático, político y económico para querer tapar el sol con un dedo. La Justicia no hace su parte y simula, al parecer, actuar contra los corruptos pero hasta ahora solo cuatro gatos están en la cárcel y ninguno condenado y menos procesado.

El tema ya no es solo señalar a los que delinquieron sino plantear qué hacer pare regenerar el Perú. Coincido con lo expresado con algunos como Gianfranco Sangalli que señalan que hay que formar a un nuevo peruano, desde las bases de su formación.

Pero qué podemos esperar si desde el ministerio del ramo quieren influir para homosexualizar la sociedad pervirtiendo a los  niños de edad temprana o qué pensar si un defensor de esa agenda plantea legalizar la venta y consumo de la marihuana, so pretexto de pensar en una minoría enferma. ¿Alguien puede decir cuántos beneficiarios habría para justificar la legalización del uso de la marihuana para fines “medicinales”? ¿Qué tienen que decir los políticos que sustentan la mayoría en el Congreso? ¿O es que temen a la arremetida mediática de sectores minoritarios defensores de estas aberraciones?

Hablemos claro; lo que necesitamos son nuevos ciudadanos con valores y principios que sean enseñados desde la cuna. No es posible que ya no se enseñe Educación Cívica y en muchos colegios ni se cante el Himno Nacional. Para ello necesitamos profesores que hagan de su trabajo, un apostolado. ¿Hasta cuándo habrá senderistas infiltrados que fungen de profesores? ¿O se siga queriendo mentir y construir una “falsa historia” desde un “museo de la memoria”? ¿Alguien tiene algo qué decir al respecto?

Ni qué decir de temas tan simples como enraizados en nuestro actuar de cada día. ¿Hasta cuándo no llegaremos a tiempo a nuestras citas de diverso índole? ¿Hasta cuándo la “hora peruana” será 10, 15 o 60 minutos de tardanza? Esto por citar un ejemplo tan simple que envilece las relaciones de nuestra sociedad.

Se habla de acciones contra la corrupción pero se sigue gobernando con velos de misterio y sombras de corrupción. ¿O por qué el empeño de llevar a cabo el aeropuerto de Chinchero aún a costa de serias observaciones?

Cree el Presidente que simulando ponerse “bravo” es suficiente (¡Así no es!, exclamó alguna vez aparentando firmeza). Dijo, también, que las empresas corruptas no volverían a contratar al Estado pero no dijo nada de quienes fueron sus socias en el Perú. Nos creen tontos, sin duda alguna.

Finalmente, cuando pensaba que aún había quienes podían alzar su voz con legítima autoridad, destacados académicos de una prestigiosa universidad nunca explicaron co firmeza su participación en un affaire en cual dieron sustento "técnico" a una obra cuestionadísima . ¿Qué diría Eduardo Schmidt SJ, profesor de Deontología Profesional y autor del libro “Moralización a Fondo”?

Hay un dicho que dice que para cambiar a la sociedad, hay que cambiar al hombre. Muy cierto. Es más este cambio debe empezar de nosotros mismos. Nosotros somos los agentes de cambio. Tratemos de mejorar cada día y cambiar a una sociedad atacada por el afán desmedido de éxito basado en la ponzoña de la corrupción.

Necesitamos más hombres como el Padre Schmidt y sobre todo, corazones dispuestos a cambiar.

 

2 comentarios:

  1. Un problema también fundamental es el de la corrupción de los medios de comunicación, que lejos de informar, desinforman e inculcan una nueva moral que se mueve por percepciones y sentimientos, la justicia se basa en hechos, no he pareceres opiniones o sentimientos y la prensa hace muy mal en ser parte de la propaganda politica que endiosa a un dictador corrupto y desprestigia y persigue al que se atreva a discrepar, atacan a los que no están de acuerdo y son la cortina de humo que justifica los atropellos judiciales que al inocente encarcela y al culpable lo exonera y protege, es como decía Gonzales Prada, donde pones el dedo salta la pus.

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