Vivimos días de vergüenza. Qué
duda cabe. La corrupción de los “éticos y transparentes”
es poco con lo que la realidad muestra.
Los delincuentes y sus cómplices
fingen estar “indignados” y usan todo su poder mediático, político y económico
para querer tapar el sol con un dedo. La Justicia no hace su parte y simula, al
parecer, actuar contra los corruptos pero hasta ahora solo cuatro gatos están
en la cárcel y ninguno condenado y menos procesado.
El tema ya no es solo señalar a
los que delinquieron sino plantear qué hacer pare regenerar el Perú. Coincido
con lo expresado con algunos como Gianfranco
Sangalli que señalan que hay que formar a un nuevo peruano, desde las bases
de su formación.
Pero qué podemos esperar si desde
el ministerio del ramo quieren influir para homosexualizar la sociedad pervirtiendo
a los niños de edad temprana o qué
pensar si un defensor de esa agenda plantea legalizar la venta y consumo de la
marihuana, so pretexto de pensar en una minoría enferma. ¿Alguien puede decir
cuántos beneficiarios habría para justificar la legalización del uso de la
marihuana para fines “medicinales”? ¿Qué tienen que decir los políticos que
sustentan la mayoría en el Congreso? ¿O es que temen a la arremetida mediática
de sectores minoritarios defensores de estas aberraciones?
Hablemos claro; lo que
necesitamos son nuevos ciudadanos con valores y principios que sean enseñados
desde la cuna. No es posible que ya no se enseñe Educación Cívica y en muchos
colegios ni se cante el Himno Nacional. Para ello necesitamos profesores que
hagan de su trabajo, un apostolado. ¿Hasta cuándo habrá senderistas infiltrados
que fungen de profesores? ¿O se siga queriendo mentir y construir una “falsa
historia” desde un “museo de la memoria”? ¿Alguien tiene algo qué decir al
respecto?
Ni qué decir de temas tan simples
como enraizados en nuestro actuar de cada día. ¿Hasta cuándo no llegaremos a
tiempo a nuestras citas de diverso índole? ¿Hasta cuándo la “hora peruana” será
10, 15 o 60 minutos de tardanza? Esto por citar un ejemplo tan simple que
envilece las relaciones de nuestra sociedad.
Se habla de acciones contra la
corrupción pero se sigue gobernando con velos de misterio y sombras de
corrupción. ¿O por qué el empeño de llevar a cabo el aeropuerto de Chinchero
aún a costa de serias observaciones?
Cree el Presidente que simulando ponerse “bravo” es suficiente (¡Así no es!, exclamó alguna vez aparentando firmeza). Dijo, también, que las empresas corruptas no volverían a
contratar al Estado pero no dijo nada de quienes fueron sus socias en el Perú.
Nos creen tontos, sin duda alguna.
Finalmente, cuando pensaba que
aún había quienes podían alzar su voz con legítima autoridad, destacados académicos de una
prestigiosa universidad nunca explicaron co firmeza su participación en un affaire en cual dieron sustento "técnico" a una obra cuestionadísima . ¿Qué diría Eduardo
Schmidt SJ, profesor de Deontología Profesional y autor del libro “Moralización
a Fondo”?
Hay un dicho que dice que para
cambiar a la sociedad, hay que cambiar al hombre. Muy cierto. Es más este
cambio debe empezar de nosotros mismos. Nosotros somos los agentes de cambio.
Tratemos de mejorar cada día y cambiar a una sociedad atacada por el afán
desmedido de éxito basado en la ponzoña de la corrupción.
Necesitamos más hombres como el
Padre Schmidt y sobre todo, corazones dispuestos a cambiar.
Un problema también fundamental es el de la corrupción de los medios de comunicación, que lejos de informar, desinforman e inculcan una nueva moral que se mueve por percepciones y sentimientos, la justicia se basa en hechos, no he pareceres opiniones o sentimientos y la prensa hace muy mal en ser parte de la propaganda politica que endiosa a un dictador corrupto y desprestigia y persigue al que se atreva a discrepar, atacan a los que no están de acuerdo y son la cortina de humo que justifica los atropellos judiciales que al inocente encarcela y al culpable lo exonera y protege, es como decía Gonzales Prada, donde pones el dedo salta la pus.
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